Los novilleros antes del paseíllo. Foto: Álvaro Pastor Torres

La segunda de promoción duró media hora menos que la primera, pero fue espesa y aburrida. El novillero más esperado era el llamado El Exquisito, torero ribereño con un nutrido grupo de seguidores en la solanera. Se le esperaba porque dicen que tiene las bendiciones de Morante, que allí estaba para observar sus evoluciones. Pienso que, con llamarse Manolo Luque, nombre torero por los cuatro costados, tendría bastante.

Con la salida del sexto, la noche subió de tono. El anhelado novillero había hecho su aparición en un quite al quinto, pero fue una ligera decepción. Se le supone un torero de arte, de forma que eso de quitar por las absurdas e inexpresivas tafalleras fue una sorpresa inesperada. Lo arregló en el saludo a su novillo, al que le enjaretó algunas verónicas con un brillante vuelo del capote y una compostura más que notable.

El novillo no le ayudó mucho por su falta de calidad, pero Luque demostró dos cosas: una tremenda inexperiencia y una más que admirable forma de torear. La faena fue desorganizada, con desarmes y desajustes, propios de su poco rodaje y de la condición del eral, pero el concepto quedó claro en cuanto a su intención de adaptarse a las normas clásicas. No se privó de las manoletinas de rigor, con desarme incluido, pero mató bastante bien, así que su parroquia pidió con pasión la oreja que cayó en sus manos. Tiempo al tiempo, hay madera, hay mucho que aprender, pero al menos despertó la ilusión de un tendido ya por entonces algo hastiado de un festejo carente de mejores contenidos.

Manuel Osuna se encontró con un novillo encastado, rozando el genio, al que le hizo una faena variada, en la que no faltaron los muletazos de rodillas, pero que fue en algunas tandas con la derecha en la que alcanzó mejor nivel. Fue cogido en varias ocasiones y al final fue atendido de un varetazo en el muslo derecho.

El ubriqueño Mario Sánchez también se prodigó en largas cambiadas y muletazos de rodillas. Su novillo embistió bien, fue de los mejores, y Sánchez se mostró más entonado y templado con la derecha que en el toreo al natural. Acabó, como no podía ser menos, con manoletinas. Pudo dar la vuelta al ruedo, pero estuvo digno al quedarse en el tercio a corresponder a una ovación.

El portuense Gonzalo Capdevilla, de gran envergadura, se enfrentó a un eral muy chico. No pasaba de las rodillas del novillero. Quise atisbar que es un torero muy poderoso, siempre tratando de bajar la mano y que tiene buen temple. Prodigó tafalleras, rodillazos en pases cambiados y su labor fue a menos porque el de Las Monjas acabó correoso y pegajoso. Dejó dos estocadas atravesadas y necesitó seis descabellos. Sin embargo, Capdevilla merece un seguimiento porque tiene cosas buenas.

Fue un tanto defraudante la actuación del rondeño Moli de Ronda, del que teníamos en nuestra retina alguna faena llena de toreo bueno con personalidad y regusto. Su novillo embistió rebrincado por la falta de fuerzas. Moli anduvo como ausente, al menos así me lo pareció, en una labor en la que, en algunos momentos, dejó entrever ese buen aire comentado. Se atascó con la espada.

No pasó de voluntariosa la actuación de Ángel Delgado, que quiso poner variedad en un saludo con un mixto de verónicas y chicuelinas. Abusó de citar con el pico de la muleta, de ahí que su buena voluntad no tuviera mucho eco en la afición. Además, acabó ahogando a un eral que pedía distancia.

El calor agobiante y el desarrollo espeso de la novillada colmó la paciencia de muchos de los presentes. El Exquisito era el esperado y, a pesar de lo comentado, su paso por la novillada fue prometedor.

Plaza de toros de Sevilla, 14 de julio de 2022. Segunda novillada de promoción. Un cuarto de plaza. Seis erales de Las Monjas, correctos de presencia y de juego muy variado. Primero, encastado; segundo, noble y repetidor; tercero, correoso y pegajoso; cuarto, sin fuerzas; quinto, noble sin fuerzas, y sexto, con poca clase y sin fuerzas.

Manuel Osuna, de rosa palo y plata. Estocada (vuelta al ruedo).

Mario Sánchez, de espuma de mar y oro. Pinchazo y estocada (saludos).

Gonzalo Capdevila, de verde botella y oro. Estocada contraria, otra atravesada y seis descabellos (silencio tras aviso).

Moli de Ronda, de perla y azabache. Cuatro pinchazos y media estocada (silencio).

Ángel Delgado, de azul y oro. Dos pinchazos y estocada (silencio).

Manuel Luque El Exquisito, de blanco y oro. Estocada (una oreja).

Destacó la lidia de Juan Márquez al cuarto. Manolo Osuna fue atendido de sendos varetazos corridos en mulso derecho y gemelo de la misma pierna. Leve. Capdevila fue atendido de una contusión en el pie derecho. Leve.

A %d blogueros les gusta esto: