Antonio Nazaré cortó la única oreja de una tarde en la que ni los novillos de Albarreal ni El Payo ni Pinar remontaron. Nazaré se confirma como un espada con posibilidades para la novillada del 26 en Sevilla.

Toros de Albarreal / Antonio Nazaré, El Payo y Rubén Pinar

Ganadería: seis novillos de Albarreal, correctos de presencia aunque pobres de defensas, de juego desigual, aunque justas de raza y fuerzas. Fueron buenos primero, tercero y cuartos; mansos, segundo y sexto.

Antonio Nazaré: pinchazo y estocada (vuelta) y estocada (una oreja).
El Payo: estocada delantera y caída (silencio) y estocada baja (palmas).
Rubén Pinar: estocada perpendicular y caída (saludos) y estocada perpendicular y baja (palmas).

Plaza de la Real Maestranza, 14 de septiembre de 2008. Un tercio de plaza.

Carlos Crivell.-Sevilla

El lujo de cartel no tuvo la correspondencia esperada en el ruedo. Sólo Antonio Nazaré, agraciado con los dos mejores novillos de la tarde, fue un torero ilusionado para buscar el triunfo. Sus compañeros, que llegaban precedidos de la fama por sus buenas actuaciones, por un motivo u otro, se quedaron a medio camino. En el caso de Rubén Pinar, curtido y con oficio, parecía que ya pensaba más en la alternativa que en esta novillada sevillana. El domingo próximo será matador de toros. El mexicano El Payo parecía que no se había recuperado del reciente percance en Almería. Fue la suya una tarde incolora y desangelada.

El novillero de Dos Hermanas Antonio Nazaré aprovechó la oportunidad. Es posible que se haya enganchado al último tren que le quedaba para volver a estar presente entre los aspirantes con posibilidades de futuro. Además de tropezar con los dos mejores novillos de Albarreal, su disposición, templanza y buen gusto fueron suficientes para triunfar.

Sus dos faenas tuvieron un corte parecido. Pecó de abusar del toreo con la derecha, cuando es un torero que sabe torear muy bien con la izquierda. Y no queda claro por qué no toreó más al natural. Al primero lo cuidó a media altura para acabar con algunas tandas preciosas por el concepto. Al natural, una tanda con el novillo más apagado y otra de pocos pases citando de frente. Debió explotar mejor a este primer novillo; quizás por ello no se le pidió la oreja con la debida contundencia.

Al cuarto sí que se la cortó. Fue una faena de buenos muletazos en tandas casi exclusivamente por la diestra. El toreo del nazareno tiene empaque y elegancia. Cuando cogió la izquierda era tarde, pero la estocada fue suficiente para permitirle pasear el único trofeo de la tarde. Sabe torear, pero no debe dar esa apariencia de cierto conformismo que puede frenarle. Debe volver en la novillada de San Miguel.

El Payo fue un novillero desganado y apático. Viene de recibir varias cornadas, pero ello no debería ser el motivo de esta imagen ofrecida en su debut sevillano. Es cierto que el segundo fue un animal rajado y poco colaborador, pero debió mostrar más entrega. Con el quinto dejó algunos naturales que dejaron entrever que tiene calidad, pero tampoco buscó el triunfo con otro astado que se fue apagando pronto.

El muy curtido Rubén Pinar mostró oficio y suficiencia, pero su toreo estuvo carente de calidad y entrega. Al manejable novillo tercero le dio pases mejores en las primeras tandas, cuando dejó colocada la muleta para ligarlos. Luego toreó de forma deslavazada y sin poder transmitir nada emotivo al tendido.

El sexto fue de los novillos malos del encierro. Corretón y distraído, Rubén Pinar debió pensar que la alternativa está a una semana vista y toreó a distancia, metió pico y su labor resultó poco brillante. No tuvo enemigos, pero Rubén Pinar mostró la cara de un torero mecánico que debe cambiar en el futuro, de lo contrario será uno más en la jungla del toreo.