Segunda novillada de pomoción en la Maestranza. El primero novillo fue muy bueno y cayó en manos de Fernando Adrián, un malagueño con más oficio y buen concepto torero, que entendió al animal le cortó la única oreja de la nocturna. El resto, buena voluntad con novillos nada fáciles. De todos, Daniel Soto fue el que dibujó lo mejores pases.  

Plaza de toros de Sevilla, 8 de julio de 2010. Segunda novillada de promoción. Seis erales de Pallarés, bien presentados, de juego variado. El mejor, el primero. El resto, encastados, con dificultades propias del encaste de Santa Coloma. Un tercio de plaza. Destacó en banderillas Antonio Ronquillo.

Fernando Adrián (caña y oro): una oreja.
Juan Leal (tabaco y oro): saludos.
Daniel Soto (rosa y oro): silencio.
Juan Romero “El Zorro” (nazareno y azabache): saludos.
Antonio García “El Nieto” (azul noche y oro): saludos tras aviso.
Antonio Santana (azul marino y oro): silencio.

Carlos Crivell.- Sevilla

Preciosa novillada de erales de procedencia Santa Coloma con el hierro de Pallarés la que se lidió en la segunda nocturna de julio en la Maestranza. Los novillos respondieron a las características de su encaste y plantearon muchos problemas a los jóvenes anunciados. Se necesita mucho oficio, y conocimiento de estos astados, para poder enjaretar los muletazos con brillantez.

Si se une algo muy común en estos festejos, como es la pésima lidia que reciben los erales, entonces los problemas se multiplican. Estos muchachos en edad de aprender deberían salir al ruedo con cuadrillas expertas, pero ocurre todo lo contrario. Los animales aprenden lo que no saben.

La novillada fue encastada y problemática, aunque manejable en general. La inexperiencia de los toreros fue clave en el desarrollo final del festejo. Nunca se sabrá si el primer eral fue sensacional o es que Fernando Adrián era el más preparado. Las dos cosas son ciertas. Adrián, de Madrid, toreó mucho y bien en tandas por ambos pitones con mando y templanza. El novillo fue una bendición. Cortó una oreja merecida.

El francés, de la escuela de Arganda del Rey, Juan Leal se enfrentó a un eral que fue a menos. Leal, muy en el aire de Castella, dio muchos pases pero no llegó a entusiasmar al tendido.

El algabeño Daniel Soto dejó en el aire la impresión de que es un novillero con maneras excelentes, con cierto aire agitanado en su toreo de capa, y con mucha profundidad en la muleta. Su faena tuvo muchos altibajos ante un animal de embestidas descompuestas. Al final, una tanda con la derecha fue su logro más destacado. Soto quiere torear con arte y tiene sello, aunque le faltó continuidad a su labor.

De Córdoba llegó Juan Romero “El Zorro”, que se vio desbordado al principio por las embestidas de su novillo, con picante excesivo. Por ello, su faena fue ligera en las formas y de fondo poco concreto, además de muy embarullada. Estuvo tan afanoso como vulgar.

El alumno de la Escuela de Sevilla Antonio García “El Nieto” dibujó buenos lances con el capote. En su faena de apreció que tiene buen corte torero dentro del más puro y clásico concepto torero, incluso con matices muy rondeños. Toreó algo despegado y tuvo problemas para acoplarse a otro novillo pegajoso y, por lo mismo, nada fácil. Entre desarmes y algo de barullo El Nieto dibujó buenos muletazos. Al final, hubo incluso una voltereta, para rematar mal con la espada.

Cerró la noche el malagueño Antonio Santana, aún con el lastre de un oficio muy poco curtido, que quiere torear bien, aunque también se vio atropellado por su eral, muy repetidor aunque poco obediente. Santana lo intentó y sacó pocas cosas en claro.

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