Carlos Crivell.- El rigor de la calima del verano adelantado dejó paso a una noche de brisa agradable en la Maestranza. Se levantó la plaza en señal de respeto en la memoria del matador Fandiño. La herida de triste final sigue abierta. La novillada de Talavante tenía dos tracas en forma de novillos de revolución que se juntaron en el mismo lote y que cayeron en las manos de Alfonso Cadaval en el sorteo gracias a una mano inocente que sacó la bolita con los números de la fortuna: el 58 y el 30.

No es fácil estar a la altura de dos novillos con tanta calidad. Alfonso mostró progresos con relación a la tarde anterior, lució un buen toreo a la verónica después de la portagayola del que abrió plaza, quitó con airosas chicuelinas en el tercero, se mostró afanoso ante ambas máquinas de embestir y solventó la papeleta con una vuelta y una oreja. Talavante mantuvo a flote a Cadaval. El primero fue extraordinario, siempre con el morro por el albero y repitiendo con codicia. Alfonso alternó tandas buenas, mejor con la izquierda, con otras de trazo precipitado. Dejó entrever compostura, se lució en los ayudados y perdió un posible trofeo por un pinchazo.

El cuarto, que anduvo suelto en los primeros trances de la lidia, rompió a embestir a distancia con calidad suprema. De nuevo su faena fue de altibajos. Junto a muletazos de buen trazo, en otras ocasiones su toreo fue acelerado y desplazó afuera al novillo. El toreo con la izquierda fue de mayor nota. La buena estocada le permitió pasear una oreja celebrada con alegría por sus seguidores.

Alejandro Gardel se salvó en una voltereta cuando realizó un quite al que abrió plaza. Dejó la huella de un novillero de buen corte, de toreo relajado y sentido, que pudo expresarse en el segundo, un novillo noble pero de embestidas sosas. En realidad no acabaron nunca de acoplarse el eral y el novillero. Devolvieron el quinto por problemas en la vista y salió un sobrero jabonero muy cornalón que fue una prenda. No le dio ninguna opción a Gardel que recibió una cariñosa ovación al rematarlo con la espada.

David Salvador sorteó el lote malo de la noche. El tercero lo cogió de salida de forma espectacular cuando trataba de torear con el capote. Su noche fue de entrega ante dos novillos casi imposibles. El tercero embistió con genio. Salvador hizo una faena de buenos detalles. Cuando sometió al utrero con la izquierda, el de Talavante echó el freno y se paró. Salvador quiso hacer la faena que tenía en su mente. Solo así se explica que intentara arrucinas sin sentido. El sexto era casi imposible. Se mostró valiente y decidido ante un novillo con escasas posibilidades por su genio y mal estilo. No tiene muchas excusas con la espada, que manejó de forma deficiente.

Plaza de toros de Sevilla. Novillada de abono nocturna. Menos de media plaza. Seis novillos de Alejandro Talavante, el quinto jugado como sobrero por otro devuelto al estar reparado de la vista, de aceptable de presentación y juego variado. Extraordinarios 1º y 4º; noble, el 2º; complicados 3º, 5º bis y 6º. Minuto de silencio en memoria de Iván Fandiño.

Alfonso Cadaval, de gris plomo y oro. Pinchazo y estocada atravesada (vuelta al ruedo). En el cuarto, estocada (una oreja).

Alejandro Gardel, de azul marino y oro. Buena estocada (saludos). En el quinto, media estocada (saludos).

David Salvador, de verde hoja con cabos negros. Tres pinchazos (silencio). En el sexto, dos pinchazos y estocada (saludos).

 

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