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Cogida de Ruiz Muñoz (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Carlos Crivell.– La novillada fue muy interesante. El juego de las reses de Rocío de la Cámara, con el hierro de Cortijo de la Sierra, fue bueno con matices. Triunfó Galdós, se afanó Jesús Álvarez y fue herido Ruiz Muñoz.

Plaza de toros de Sevilla. 22 de mayo de 2016. Novillada de abono. Menos de media plaza. Cinco novillos de Cortijo de la Sierra y uno de Rocío de la Cámara, lidiado en sexto lugar, bien presentados, justos de fuerza. El 1º, con movilidad; muy noble, el 4º, anunciado en quinto lugar; 2º y 3ª, parados y flojos. El 5º, sexto en el programa, noble y a menos; el 6º, segundo de Ruiz Muñoz, con gran calidad.
José Ruiz Muñoz, de pizarra y oro, pinchazo, media estocada y descabello (silencio tras aviso). Pasó a la enfermería.
Joaquín Galdós, de berenjena y oro, pinchazo y estocada contraria (saludos). En el cuarto, estocada tendida (una oreja). En el sexto, estocada trasera (una oreja).
Jesús Álvarez, de verde manzana y oro, estocada (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada (silencio).
Parte facultativo: José Ruiz Muñoz fue atendido de una herida en la cara interna del muslo izquierdo de 15 centímetros en sentido caudal que afecta a planos superficiales y aponeurosis muscular, que le impide continuar la lidia. Pronóstico: menos grave. Firmado: Dr. Octavio Mulet.

Estamos en tiempos de peruanos. Si Roca Rey parece una realidad evidente, en el horizonte aparece Joaquín Galdós, que no quiere ser menos. Presente en la plaza Roca, Galdós le brindó el cuarto, novillo de calidad en su embestida. Debía estar en el ruedo José Ruiz Muñoz, pero se encontraba en manos de los médicos en la enfermería.

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Galdós, a hombros (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Galdós se hizo presente en un buen quite por chicuelinas al primero. El primero de su lote fue un marmolillo con las fuerzas bajo mínimos. El peruano se puso en el sitio en varias tandas con la derecha, logradas con gran esfuerzo ante la inmovilidad del novillo.

El citado cuarto fue un novillo de clase, pero el sexto, segundo del lote de Ruiz Muñoz y toreado por Galdós, fue completísimo. Con el hierro de Cortijo de la Sierra, Rocío de la Cámara puede estar satisfecha de su juego. Y, dicho ya de camino, hay que proclamar que su novillada exhibió una presentación irreprochable.

El cuarto, segundo de su lote, fue muy bueno y Galdós toreó a gusto en cuatro tandas de derechazos y solo una con la izquierda. El toreo del novillero limeño tiene empaque, el embroque es perfecto y las tandas fueron templadas. No se lució con la izquierda y volvió a la diestra para que el animal se rajara. La faena caló en la plaza. Galdós cuenta bien su toreo. La estocada tendida dio paso a una oreja con fuerza.

En sexto lugar salió el que estaba anunciado como cuarto, segundo de Ruiz Muñoz. Se fue a portagayola como gesto y anuncio de su voluntad. Inició la faena con pases cambiados por la espalda, subió el tono en una trincherilla y se explayó con la derecha. El novillo, de lujo. El peruano se durmió en los naturales, mezcla de dominio y regusto. Ligó los pases en un palmo y remató con los de pecho muy de verdad. Tras matarlo, solo le dieron una oreja. Bueno, se han dado las dos por menos en este mismo año.

Mala suerte para José Ruiz Muñoz. El que abrió plaza desarrolló movilidad encastada. Dejó algún capotazo con buen gusto y se durmió en las medias. La faena no tomó altura. El novillo, vistoso pero nada fácil, no dejó al chaval relajarse. Toreó mucho con la derecha y cuando se echó la muleta a la izquierda cayó al albero y fue herido. Mató al novillo y se marchó a la enfermería. En los corrales quedaba un novillo de calidad suprema que encumbró a Galdós.

Debutó en Sevilla con picadores el camero Jesús Álvarez. Puso sobre el tapete su voluntad y deseos de triunfos. No se le puede pedir más de lo que hizo en el tercero, un inválido que se tumbó sin ganas de seguir embistiendo. Álvarez cumplió sin brillo.

Mejoró en el quinto, se había cambiado el turno, para dibujar algunas tandas de toreo sobre la derecha de calidad estimable. Mientras el del Cortijo conservó fuelle, la faena parecía que podía tomar altura. No fue así, en parte porque el joven torero acusó nerviosismo, en parte porque el novillo frenó sus arrancadas.