Dos novillos de San Román tenían las orejas colgando, pero otros pedían toreros dispuestos. Esplá, El Nico y Arriaga, en diferente medida, se dejaron escapar una oportunidad dorada de triunfo.

Fidel San Román / Alejandro Esplá, El Nico y Angelino de Arriaga

Plaza de la Real Maestranza, 13 de junio de 2010. Novillada de abono. Media plaza. Seis novillos de Fidel San Román, bien presentados y de juego variado. Segundo y tercero, bravos y encastados. Manejables, primero y sexto: apagado, el cuarto. Manso, el quinto. Saludó El Ruso en banderillas.

Alejandro Esplá, de rosa palo y oro, bajonazo (silencio). En el cuarto, estocada corta y siete descabellos (silencio tras aviso).
El Nico, de azul marino y oro, estocada perpendicular (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada (silencio).
Angelino de Arriaga, de blanco y oro, estocada contraria y tendida (saludos). En el sexto, estocada perpendicular (silencio)

Carlos Crivell.- Sevilla

Si el espejo de los novilleros son los matadores punteros del escalafón, se comprenden muchas de las cosas que suceden en estas oportunidades que ofrece la plaza sevillana a los que están en sus primeros pasos por la profesión. Debe ser el espejo en el que se miran, porque imitan todos los defectos de los maestros.

Los tres novilleros eran debutantes en la Maestranza. Esplá, hijo de Luis Francisco, con algunos años a sus espaldas, tiene anunciada la alternativa en breve. El Nico, también con algunos años de recorrido, tiene su espejo en su paisano El Fandi. Arriaga, un mexicano formado en Sevilla, se dejó escapar dos novillos de triunfo, sobre todo el tercero.

La novillada de San Román tuvo de todo. El lote de Esplá fue el menos agradecido. Se dejaron con claridad el segundo y el tercero. En la plaza había material para un resultado más brillante, pero entre la mala lidia y la poca entidad de la terna la tarde pasó en blanco.

Alejandro Esplá ha modificado algunos aspectos de su tauromaquia. A estas alturas, cuando será en breve matador de toros, ha bebido en las fuentes de su padre, algo muy honroso. Sin embargo, y admitiendo que se enfrentó a dos novillos deslucidos, Alejandro no dejó ninguna muestra de solvencia, capacidad, valor o arte. El primero fue animal que nunca humilló. La lidia de la cuadrilla fue espantosa y contribuyó a que el animal desarrollara más problemas. Esplá le dio pases de mínima entidad.

Tampoco la lidia de cuarto fue ejemplar. El mismo Esplá le quiso dar un tercer puyazo sin motivo. Llegó remiso a embestir a la muleta, algo que no puede servir de excusa a la falta de recursos y ganas del torero. Alternativa a la vista porque se llama Esplá….

Nicolás López “El Nico” dejó algunos lances de buen corte en el segundo, un novillo repetidor que le permitió hacer una faena de mucha voluntad en una enorme cantidad de muletazos ayunos de temple. Se sucedieron los enganchones ante las embestidas del novillo, que aún así se dejó torear de forma clara y evidente.

El quinto fue manso descarado. Quiso saltar la barrera de salida y huyó a los terrenos de toriles en la faena. El chaval de Granada, que de nuevo estuvo decoroso con el capote, ya en las verónicas, ya en unas navarras muy de El Fandi, anduvo voluntarioso para robar pases sólo afanosos. El novillo de posible éxito había sido el segundo.

El mexicano Angelino de Arriaga no aprovechó al tercero, que le podía haber proporcionado un triunfo de clamor. El chaval anduvo aperreado con el capote y se tiró al callejón. Lo arregló luego con algunos lances estimables y algunas chicuelinas vistosas en los quites. De nuevo se hizo presente la mala lidia. El novillo embistió mucho y Angelino intentó bajar la mano, aunque nunca llevó toreado al animal y todo lo hizo con muchas prisas. En lugar de pases, algunos muletazos eran recortes bruscos dentro de un concepto del toreo periférico que tanto prodigan ahora las figuras. Así pasó la faena, que se quedó en nada cuando podía haber sido mucho.

Le brindó el sexto a Luis Francisco Esplá. El maestro alicantino se quedó en el callejón, como está mandado. El novillo, un torito, pedía firmeza y valor. Angelino volvió a torear fuera de cacho, desajustado, de forma que el animal pasaba a una distancia abismal de la anatomía del mexicano. Entre esto, y la destemplanza con la izquierda, este animal, posible pero tanto como el tercero, se fue sin torear. Oportunidad perdida.

Foto: El Nico torea de capa (Álvaro Pastor).

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