FURGONETA-VÍCTOR-PUERTOÁlvaro R. del Moral.- No era tan difícil. El derecho a la manifestación no tiene que agredir la libertad de otros para acudir o actuar en un espectáculo legal, legítimo y que además está protegido como patrimonio inmaterial de la ciudad

Libertad de ir a los toros sin ser insultado. A veces las piezas no encajan. Sin entrar en otras dimensiones y quedándonos sólo en el ámbito local, hemos escuchado en no pocas ocasiones, en los últimos días y en todo tipo de escenarios que la Tauromaquia es Fiesta Mayor de Sevilla. ¡Bien! Que está declarada patrimonio cultural inmaterial de la ciudad. ¡Mejor todavía! Que el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía, el gobierno central, los caballeros de la Mesa Redonda y toda la corte celestial velan por su promoción y protección. ¡Que maten el cabrito cebado! Pero llegado el momento de estar a la altura de las circunstancias y evitar el arriesgadísimo choque de los activictas antitaurinos y los aficionados, la autoridad se pone de perfil y autoriza unas protestas que suelen quedar en una copiosa lluvia de insultos que la gente del toro asume con cristiana resignación. La misma subdelegada que escuchaba con cara de arrobo el extraordinario pregón de Fernando Sánchez Dragó en las tablas del Lope de Vega ha sabido rectificar a tiempo. Se le agradece. Una y otra vez hay que volver al ejemplo francés que ya ha legislado al respecto prohibiendo ese tipo de protestas en el tiempo y el espacio de la celebración de un espectáculo taurino. Ya lo hemos dicho algunas veces. Alguna vez habrá que lamentar una desgracia. Los ataques a la furgoneta de Víctor Puerto, las pedradas recibidas en otros lugares y las cataratas de insultos que recibe el aficionado acabarán con la paciencia de alguien. Cuidado.

Del Puerto, Cantillana y La Alcarria… Hay marejada en El Puerto de Santa María. Ayer mismo se había convocado una manifestación de diversas asociaciones de aficionados y profesionales delante del Ayuntamiento contra la reducción de la oferta taurina en la Plaza Real, forzada -dicen- por unas obras en el propio coso. La pregunta del millón es: ¿Cuantos festejos aguanta hoy el histórico escenario? Lo dejamos ahí. En el capítulo de misterios sin resolver dejaremos la esperpéntica suspensión de Cantillana, perdida en la maraña burocrática de consejerías, ministerios, delegaciones, subdelegaciones, oficinas, sellos, impresos, pólizas, ventanillas y no sé que más. España pura. También se habla en las esquinas del toreo de la exorbitada liquidación de cierto torero en un coqueto coso de La Alcarria que, con o sin lluvia, no terminó de llenarse con un cartel de campanillas. Nos vamos. Pero antes queremos recomendarles la exposición fotográfica de la familia Arjona en Cajasol. También enviamos un sincero abrazo a Manolo Corona por el prematuro fallecimiento de su hijo. Fuerza, torero…

Publicado el 14 de abril de 2015 en la edición impresa de El Correo de Andalucía.

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