El 25 de abril de 1988 se lidió en la plaza de toros de Sevilla el bravo toro ‘Topinero’, de la ganadería de María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas, por el matador de toros Tomás Campuzano y su magnífica cuadrilla. A la bravura del toro le respondió la lidia excepcional del picador Francisco Martín Sanz a caballo, y la de Alfonso Ordóñez, en la brega, y los banderilleros Luis Mariscal y Paco Puerta. Hizo la puerta otro picador histórico: Chocolate, el padre del que ahora brilla en la cuadrilla de Manzanares. Se cumplen hoy 32 años de aquella corrida para la historia.
‘Topinero’ fue un toro muy bravo en el caballo que montó Martín Sanz. En su tercera arrancada sonó la banda de música del Maestro Tejera. Tomás Campuzano fue un prodigio de generosidad, oficio y buen toreo ante un toro que había conquistado al público, lo que siempre aumenta la presión a la que se encuentra sometido el torero. Topinero, nº 72, de 520 kilos, negro mulato, fue premiado con la vuelta al ruedo. Tomás fue premiado con una oreja. No cortó las dos porque se valoró la colocación de la espada. En su paseo por el ruedo, el torero de Gerena, que fue acompañado por su cuadrilla, invitó al picador y al mayoral de la divisa, el mítico Luis Saavedra. También fue ovacionado el ganadero, en este caso Juan Guardiola, que desde una grada presenciaba la corrida.
El cartel de la corrida que cerró la buena feria de 1988 se conformó con los toros de María Luisa Domínguez, del encaste Pedrajas de la casa Guardiola, y una terna formada por Manolo Cortés, Tomás Campuzano y Curro Durán. La Feria había tenido noticias de mucho relieve. El triunfador del ciclo había sido Espartaco, en la plenitud de su dominio en la Fiesta. Fue el año de la faena de Paco Ojeda al toro ‘Dédalo’, de Juan Pedro Domecq, el 15 de abril. También ese año volvió a la Maestranza el diestro Pepe Luis Vargas, que el año anterior había sufrido el gravísimo percance a portagayola ante un toro de Barral. Hubo muchos detalles de calidad, como faenas de Manzanares, Fernando Cepeda y Paula. El cierre del ciclo, como ya era habitual desde 1981, se anunció la corrida de la casa Guardiola.
Manolo Cortés mostró detalles de su calidad torera, mientras que Curro Durán solo pudo poner voluntad con lote menos agradable. El menor de los hermanos Campuzano estuvo a buen nivel con el primero de su lote, al que le pudo cortar una oreja que fue negada por el palco. El quinto fue Topinero, el bravo toro que ofreció un tercio de varas memorable y que, en manos de Tomás y su cuadrilla, lució de forma admirable. Esta tarde mereció el torero la Puerta del Príncipe.
Escribió Barquerito en Diario 16:
“Tomás aceptó de cara la alegría del toro, hizo frente a su viveza y lo toreó muy bien, con temple y por los dos pitones a lo largo de una faena caliente. Fue hondo en todo el toro, y Tomás hizo muchas cosas con hondura también. No se dejó difuminar, se impuso. Hacía mucho tiempo que no estaba tan bien en Sevilla. Trabajo de calado muy serio. Faltó el remate de un estoconazo. A cambio, una seguridad indiscutible, la buena prestancia del torero, que se sintió de verdad y estuvo clásico”.
En El Correo de Andalucía, en la crónica de Antonio Lorca lo contó así:
“La plaza ya es un hervidero. Allí estaba presente la bravura. Tomas lo coloca a distancia. Martín Sanz comprende que es el momento de demostrar cómo se torea a caballo. Es un desafío que Topinero acepta. El picador se levanta de la grupa, lo llama, lo reta con valentía, mientras el toro lo mira con orgullo. El brazo y la vara en alto. Martín Sanz alarga la mano y ejecuta la suerte con perfección. Suena la música. La plaza entera, emocionada, dedica una atronadora ovación al toro y a su picador”.
“Tomás Campuzano lo lleva a la boca de riego. Silencio expectante. La tanda con la derecha es larga. ¡Qué difícil debe se torear bien a un toro que cuenta de antemano con el favor del público! Vuelve por la derecha más entonado. El toro repite con codicia, pero no acaba de humillar. Tomás se echa la muleta a la izquierda. Dos grandes naturales y uno de pecho sensacional. Nueva serie igualmente profunda. El torero está ya casi a la altura de su oponente. Alarga la faena. Qué error. Topinero está entregado para la suerte suprema. Una estocada a ley algo tendida. Una oreja para su matador. Bien Tomás. Vuelta al ruedo para en gran Topinero. Quiso Tomás que Martín Sanz le acompañara en la vuelta. En toriles invitan a que los acompañe el mayoral Luis Saavedra. Ovación de gala para Juan Guardiola, resguardado en una grada. Palmas para la banda. La media hora más emocionante de los últimos años en Sevilla”.
En mi texto para ABC, donde recogía el ambiente, Juan Guardiola reconoció que “Topinero debería haber sido indultado”. El presidente de esa tarde, Gonzalo Jiménez Moles, asesorado por el banderillero Almensilla, no pudo indultarlo porque en esas fechas no era un premio reglamentario.
Tomás Campuzano, torero poderoso
A la sombra del hermano mayor José Antonio, creció su afición. Se vistió por primera vez el traje de luces en la localidad gaditana de El Bosque el 13 de junio de 1974. El debut con picadores tuvo lugar en su localidad natal, Écija, en marzo de 1975. En las novilladas con picadores de Sevilla despertó la atención del aficionado, hasta el punto de que participó en once festejos con los del castoreño. Tomó la alternativa en la plaza de toros de Sevilla el 24 de abril de 1978, con Curro Romero y El Viti para lidiar una de Manolo González. Confirmó la alternativa el 5 de agosto de 1979 en Las Ventas de Madrid, de manos de Antonio Francisco Vargas, actuando como testigo Antonio Chacón.
Desde sus comienzos fue considerado un torero poderoso, y fue así que ya en las primeras temporadas se anunció con las corridas menos apetecidas por las figuras, pero que eran las más apreciadas por los entendidos. Se hizo un torero habitual con las de Miura, Guardiola, Prieto de la Cal o Victorino Martín. Su periodo de máxima actividad se extendió entre 1984 y 1990; en 1984 alcanzó las 67 corridas, quedando el segundo del escalafón; en 1985 participó en 75 festejos, incluyendo los celebrados en las plazas americanas de Colombia y Venezuela.
Entre sus hitos más celebrados no puede dejarse de lado su triunfo en Pamplona el 10 de julio de 1981 con una corrida de Bohórquez. Cortó tres orejas al lado de Manzanares y Dámaso González. Poco después conquistó otra plaza donde sale el toro serio: Bilbao.
En la trayectoria de Tomás Campuzano hay un punto de inflexión que posiblemente marcó su destino. El 12 de octubre de 1984 se anunció en Sevilla para lidiar seis toros en solitario. Cortó una oreja en el primero, fue ovacionado en el segundo, pero en el tercero resultó cogido y pasó a la enfermería. El sobresaliente, El Estudiante, liquidó los toros restantes, que fueron de muy buena condición. Tomás Campuzano se quedó sin la gloria que buscaba. A partir de entonces su carrera derivó, con gran dignidad, hacia corridas de otro tipo de toros. Su nombre quedó ya vinculado a las ganaderías más duras del campo bravo.
En la feria de Sevilla de 1988 se tropezó con Topinero, al que lidió de forma admirable, y contribuyó de forma decisiva a mostrar toda su bravura.
En este largo camino logró tardes de clamor, como la de Pamplona el día 8 de julio de 1995 con la de Miura; o los triunfos en Bilbao ante las mismas reses de Zahariche. También probó el sabor amargo de las cornadas, como las de Zaragoza en 1983, y la de Salamanca en 1988. Donde fue el dueño y señor fue en las plazas americanas, sobre todo en Venezuela. Allí fue un ídolo por sus reiterados triunfos en todas las plazas.
Cuando en 1999 anunció que se retiraba de los ruedos sufrió una nueva y profunda decepción al no poder despedirse de Sevilla en la Feria de Abril. Fue un trance amargo. Su año postrero lo floreó con tardes de plenitud hasta la fecha del 17 de octubre en la plaza de Jaén, donde toreó su última corrida vestido de luces en cosos españoles. La amargura de Sevilla pudo quitársela en un festival celebrado en la Maestranza el día 22 de octubre de ese año de 1999. Paseó una oreja que le supo a gloria. No era lo que había soñado, pero fue un festival para los niños con cáncer y ello fue suficiente.
Tomás Campuzano y Sevilla
Tomás Campuzano toreó 9 novilladas con picadores en Sevilla entre los años 1977 y 1978. Especialmente llamativo son sus seis paseíllos en 1977, desde su presentación el 8 de mayo a la del 25 de septiembre. En 1978 completó tres novilladas. En las 9 novilladas cortó 10 orejas.
Tomó la alternativa en Sevilla en plena Feria el 24 de abril con una corrida de Manolo González. Curro Romero fue su padrino y El Viti, que esa tarde cortó dos orejas, el testigo. Tomás, por su parte, cortó un trofeo.
Desde la alternativa a su última corrida en Sevilla, actuó en 34 corridas en la Real Maestranza en las que paseó ocho orejas. En estas 34 tardes hubo carteles muy señalados, como el del 28 de abril de 1984 con Antoñete y Curro Romero. En ese año, el 12 de octubre, se encerró con seis toros y solo pudo matar dos. El sobresaliente, El Estudiante, mató cuatro. Estuvo presente en la del 25 de abril de 1985, en la fecha del gran triunfo de Espartaco. Esa tarde Tomás cortó dos orejas.
Después de la tarde de Topinero en 1988, casi todas las corridas en las que anunció fueron de las etiquetadas como duras. En 1989, la de Miura, lo mismo que en 1990. En 1991, de nuevo la de María Luisa Domínguez, que también sería su corrida en 1994. Su última corrida en Sevilla, vestido de luces, llegó el 29 de mayo de 1997 con una del Conde de la Maza. En 1999, año de su retirada, no fue contratado. Ese año pudo torear un festival a modo de despedida de la plaza.