El Cid, a hombros. Foto: Joaquín Arjona

Luis Carlos Peris.- Tuvo una fuerte carga sentimental el adiós de Sevilla a Manuel Jesús, El Cid en los carteles. Hecha de material sensible la corrida del adiós, todo arrancó con la tremenda ovación de una plaza llena en el despeje para acabar entre dos luces con el torero paseado por el ruedo a hombros. Se merecía un adiós como ese un torero cabal que hasta tiró del carro durante varias temporadas, sobre todo por su inconmensurable concepto del toreo cuando se echaba la muleta a la izquierda. Manuel Jesús ha sido, sigue y seguirá siendo hasta el 12 en Zaragoza, el mejor intérprete del toreo al natural de este siglo XXI y el que más fidedignamente se reflejó en un espejo llamado Paco Camino. Sevilla y Madrid, junto a los toros de Victorino, han sido los pilares que cimentaron una pletórica carrera y su tierra hizo bien en llenar de una gran carga sentimental la tarde de su adiós.

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