Carlos Crivell. Hace mucho tiempo un loco maravilloso como Antonio Escobar, aquel que fue el apoderado de Pepe Luis Vargas, proponía que los carteles de las ferias importantes deberían confeccionarse mediante un sorteo de ganaderías y toreros. Una maravillosa locura, algo demagógica si se quiere, pero totalmente innovadora en una situación de estatismo inútil para la fiesta. Por supuesto, en aquellos tiempos ninguna empresa se acogió al sorteo de toros y toreros.

En el año 2019, Simón Casas hizo una prueba curiosa con un bombo para un sorteo no completo, solo eran diez puestos, pero que deparó alguna noticia interesante, como la de que Roca Rey lidiara la de Adolfo Martín. No era un bombo puro y duro. La entrada en aquel sorteo era voluntaria por parte de los toreros; los hierros eran de todo tipo, unos más duros y otros menos. Nadie quedó satisfecho con esa prueba, de forma que un hombre con la cabeza llena de proyectos como Casas no volvió a insistir en el bombo.

Cuando estamos a escasas fechas de conocer los carteles de Madrid y Sevilla, algún aficionado se acuerda de que todo sería más emocionante si hubiera un sorteo de ganaderías para todos los toreros que integran las combinaciones. Habría llamativas novedades cuando a un torero de los de Miura le tocara Garcigrande y viceversa. Es pura elucubración, pero es una llamada de atención para que el toreo salga de su letargo y los carteles no vuelvan a ser el sota, caballo y rey de siempre.

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