Se veía venir que este individuo llamado Ernesto Urtasun acabaría enviando sus señales para perjudicar a la tauromaquia. Es un pobre hombre que solo ha podido quitar un premio y los 30.000 euros de asignación. Ni falta que hace. El toreo no depende de un premio. No importa, aunque es un signo inequívoco de hasta dónde puede llegar un indigente cultural con ganas de hacer daño.
En todo este asunto echo en falta a tantos militantes y votantes socialistas que son aficionados a los toros. La mayoría están callados y me imagino que dolidos, aunque no salgan a la palestra a manifestar su indignación.
La culpa de todo esto no es del ministro inepto, sino que el culpable es quien ha tenido la osadía de colocarlo en el puesto. En definitiva, es del presidente del Gobierno, que con sus tejemanejes tiene que asumir un ministro de Cultura impuesto por un grupúsculo llamado Sumar, porque así puede seguir de presidente de la nación. Y esto que de forma indirecta permite que se haga con la tauromaquia, lo hace con otros asuntos más graves, como esa alianza indigna con terroristas e independentistas.
A Sánchez podría inquietarle la caza emprendida por el ministro contra la Fiesta, porque parece evidente que no debería tener ni un solo voto de quienes llenan las plazas de toros, que no es una cifra despreciable ni mucho menos. Espero que los socialistas taurinos con algún poder le hagan llegar a Sánchez que este individuo le está perjudicando gravemente. Y encima, en el fondo, le ha hecho un favor a la tauromaquia que puede ahora unirse para clamar para que se cumpla le ley, que obliga al Estado a proteger y promocionar la fiesta de los toros. Ernesto ha cometido una ilegalidad, pero la fiesta saldrá reforzada de esta cruzada. Ernesto se irá, ojalá que pronto, y el toreo seguirá como signo de identidad cultural de España.