Fernando Fernandez FigueroaFernando Fernández-Figueroa Guerrero.-  En el análisis de la fiesta  de toros nunca se deja de aprender. El que crea que lo sabe todo es, además de iluso, osado. En este proceso de aprendizaje permanente viajar y ver toros en las diferentes y multicolores plazas de España constituye un elemento esencial para comprender que todas las plazas, aun tan distintas, permiten variadas visiones  de la fiesta que , en vez de  excluyentes, son complementarias entre si.

Como cada año asistir a corridas en la primera parte de la temporada taurina en Sevilla, Madrid y Pamplona  – con total respeto al resto de plazas –  complementan esa visión integradora compuesta por conceptos de la tauromaquia tan distantes que pudieran parecer irreconciliables. Les aseguro que no lo son y únicamente los “miopes”  se permiten la licencia de menospreciar los conceptos que no son los suyos.

En el devenir del análisis de un festejo resultan comunes a todas las visiones y conceptos dos grupos de parámetros o criterios  que son utilizados para evaluar la actuación de  un diestro ante la lidia.

En primer lugar, el equilibrio entre actitud (predisposición ) –  aptitud  ( capacidad)  en función de las características singulares de la res que le ha tocado en suerte es un criterio más bien subjetivo. En segundo lugar, el más objetivo,  la ponderada utilización técnica de dos conocimientos básicos en la tauromaquia: los terrenos y las distancias.

Pero, en el toreo contemporáneo, ante toros más parados que los antiguos, sin esa movilidad permanente, con faenas  más largas y con mayores niveles de exigencia al animal en el esfuerzo, aparece un nuevo criterio objetivo que cualquier diestro llamado a ser figura debe dominar como los dos anteriores ‘ los tiempos’ en la faena de muleta, que deben unirse a los terrenos y a las distancias. Algo parecido, pero no igual, es lo que intento explicar.

En muchas faenas apreciamos que el diestro no está administrando bien esos tiempos, bien porque no le da al toro la pausa suficiente para que respire y se recupere entre tanda y tanda de muletazos, bien porque se precipita hacia un  ‘encimismo’ con el animal, atropellando las distancias con prisas y acortando la embestida de un toro que, probablemente, le está pidiendo otras  más largas y  provocaciones al embroque más espaciadas. De esta forma, algunos diestros agotan precipitadamente las embestidas que pudiera tener un toro durante la lidia y echan por tierra la potencial faena.

Con motivo de comentar esta circunstancia con mi gran amigo y aficionado Juanjo Valerdi, que estábamos criticando por esto a un torero  en una de las corridas de Pamplona de este año,  éste me dijo que tenía inventado un nuevo término taurino  expresivo de lo que los toros  – que no hablan-  le  piden a los  toreros en muchas faenas,  y no es otra cosa que ser toreados  ‘condespacio’, es decir que el torero  administre mejor las distancias con el tiempo. En otras palabras,  que primero le enseñe a embestir en la muleta, que lo toree  dándole tiempos de recuperación entre tanda y tanda, que no le acorte  distancias tan pronto, que los cites a la muleta sean más pausados y suaves, no bruscos, que no le precipite la embestida, que no lo atropelle, que  le de tiempo y espacio  para embestir…

Aunque sea un término que  al principio pueda sorprender por su extraña conformación gramatical, váyanse al fondo para entender que cuando un toro le pide al torero que administre los tiempos en las distancias apropiadas solo le está requiriendo ser toreado ‘ condespacio’.

También en Pamplona se aprende de toros. Viajemos y seguiremos aprendiendo .

Fernando Fernández-Figueroa Guerrero

Presidente de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

A %d blogueros les gusta esto: