Álvaro Pastor Torres.- Se inauguró con gran ambiente la plaza de Utrera. Muchas orejas y excesivo triunfalismo. La nota negativa fue el percance sufrido en el séptimo por Manzanares, que se cortóla mano con probable rotura del tendón del pulgar de la mano izquierda.  

NÚÑEZ DEL CUVILLO Y ALGARRA/ Fandi, Vilches, Manzanares y Luque
Plaza de toros de Utrera. Miércoles 8 de septiembre, festividad de la Virgen de Consolación. Corrida inaugural, primera de feria. Más de tres cuartos de entrada en tarde soleada. Manzanares se cortó en la mano durante la faena al 7º.
Cuatro toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de tipo y juego (2º chico y parado, 4º soso, 6º justo de raza y 7º feo y violento); tres de Luis Algarra (1º, 3º y 8º, terciados, inválidos y nobles salvo el último) y uno de Benjumea (5º flojo y reservado)
El Fandi, de azul marino y oro; estocada tendida y trasera (dos orejas). Estocada (oreja con petición de la segunda)
Luis Vilches, de obispo y oro; dos pinchazos y estocada (oreja). Pinchazo y estocada desprendida (dos orejas)
José Mª. Manzanares, de nazareno y oro; estocada baja (dos orejas y rabo). Estocada trasera de El Fandi (oreja que no se recogió tras dos avisos)
Daniel Luque, de turquesa y oro; estocada trasera un punto trasera (dos orejas y rabo). Dos pinchazos y descabello (silencio)

Quince años después de la clausura del centenario coso del Arrecife, y tras ocho de obras –decididamente en este país “las cosas de palacio van despacio”-, la muy taurina ciudad de Utrera -cuna de las castas Vistahermosa y Vázquez, y también del mítico Curro Guillén-, volvió a contar con una plaza de obra, un coso multiusos moderno y funcional, aún por rematar, con casi 5.000 localidades. Y lo hizo con una corrida impuntual, larguísima (tres horas y cuarto), triunfalista (11 orejas y 2 rabos) y entretenida sin más.

Para los aficionados a las efemérides quede constancia que el primer astado que pisó el albero utrerano respondía por Humildoso, nº 17, de la ganadería de Luis Algarra. Un torito terciado e inválido. El primer pase que se ejecutó, por El Fandi, fue una larga de rodillas en el tercio a la que siguió todo un surtido variado de capotazos. En banderillas demostró su habitual preparación física, lo que hizo las delicias del bizcochable –o estando en Utrera mejor decir mostachonable- público. De hinojos inició también un trasteo largo a un burel de embestida pastueña que iba y venía por los dos pitones. Se llevó las dos primeras orejas.

El local Vilches manejó con suavidad y regusto el capote. Tras el brindis a sus paisanos principió una faena larga con algún natural cadencioso pero que no terminó de calar en el tendido hasta los adornos finales. Otra vez la espada le privó de un premio mayor.

Manzanares puso con su capote el arte, el duende o como quieran llamarle. Acariciando el percal dibujó bellas verónicas y airosas chicuelinas. Faena larga con naturales eternos y cambios de mano marca de la casa. El final, barroquizante y adormecido, fue determinante para llevarse el primer rabo en la nueva plaza.
Daniel Luque atornilló los pies al comienzo de su labor muletera y dio una decena de pases por alto. El soso animal y el decidido Luque se entendieron a ratos. Terminó con un arrimón en sitios a veces inverosímiles. Se llevó el segundo rabo.

El quinto tenía más complicaciones. El Fandi banderilleó fiel a su estilo, con un par, el tercero, de mucha exposición por los adentros, pero el jolgorio llegó en el cuarto, puesto a petición popular y que remató tras larga carrera colocándole un sombrero en la testuz. La faena al inválido y áspero toro no pasará a la historia. Como mató pronto le dieron otro par de orejas. El sexto, ya con la noche a cuestas, era el toro bonito que todos quieren en un sorteo, pero salió rana, digo, aplomadito y con la raza justa. Vilches anduvo decoroso y muy en torero con la zurda.

Manzanares le ganó la partida en la boca de riego al brusco que hizo séptimo, bien picado por Barroso. No abundó la floritura, porque no había lugar, pero sí la técnica. Buscó el indulto alargando muchísimo la cosa, escuchó dos avisos y encima se cortó con la espada. Atorados ya público y actuantes, el festejo terminó con un animal violento y un torero, Daniel Luque, que cortó pronto por lo sano.

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