Luis Carlos Peris.- Camadas enteras al matadero, plazas cerradas a cal y canto, la voz del toreo clamando en el desierto de una situación tan cruel como inesperada e injusta, la temporada se ha ido a hacer puñetas y vamos a ver si tiene arreglo. ¿Nos sentaremos alguna otra vez en un tendido como se hizo siempre y sin que influya para nada esa nueva normalidad que tanto nos atemoriza? Destrozada de pitón a rabo la temporada y con el mandarinato que nos cupo en desgracia sin dejar respirar a la Fiesta, mucho me temo que jamás podamos sentarnos en un tendido y hay que ver cómo se añora la incomodidad de ver una corrida apiñados y con alguien clavándote las rodillas en los riñones. Cómo se añora lo que en tardes de no hay billetes tomábamos como suplicio y que tantos conflictos provocaba, y cómo el capricho de unos atenta contra la devoción del resto, qué cosas se ven.

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