La primera corrida de la Feria de Algeciras fue un fracaso por culpa de la corrida de Victorino, que no cumplió en ningún tercio. Sólo El Cid pudo demostrar su conocimiento de estos toros y tapó al tercero para cortarle una oreja.

Victorino Martín / Pepín Liria, Antonio Ferrera y El Cid

Ganadería: seis toros de Victorino Martín, desiguales de presencia y complicados en general. La corrida parecía un saldo, sobre todo por algunas reses como la primera, fea y destartalada. No fueron bravos en el caballo y algunos acabaron queriendo rajarse.

Pepín Liria: estocada (saludos) y media caída y dos descabellos (saludos cariñosos).
Antonio Fererra: estocada desprendida (saludos) y cinco pinchazos, estocada corta y estocada (palmas tras aviso).
El Cid: estocada trasera (una oreja) y pinchazo, estocada trasera y tres descabellos (palmas tras aviso).

Plaza de Algeciras, 26 de junio de 2008. 1ª de Feria. Media plaza. Saludaron en banderillas Alcalareño y Pirri.

Carlos Crivell.- Algeciras

Entre el partido de fútbol y otras circunstancias, el coso de Las Palomas se cubrió sólo en la mitad de su amplio aforo. Asistió el buen aficionado de la zona ansioso de presenciar una de Victorino, aunque debió sufrir una profunda decepción con la presentación y el juego de los animales. Decía alguien que «los buenos los reserva para Sevilla y Madrid». No es una afirmación que pueda admitirse con rotundidad, porque se supone que en este tipo de corridas terciadas debe salir el toro bravo y encastado que es prototipo de esta divisa. Bravo, lo que se entiende por bravo de verdad, no salió ninguno. De casta, poca. De calidad en la muleta para dejarse torear, gotas contadas.

No fue la corrida de Victorino emocionante que todos esperan; faltaron los toros pidiendo guerra, vendiendo caras sus arrancadas y dándole importancia a la labor de los matadores. El público fue respetuoso con el encierro porque la fama de Victorino es grande, pero se sintió muy defraudado por el juego de los toros.

El Cid demostró nuevamente su perfecto acoplamiento con estos astados. El tercero fue el típico engañabobos, que en manos de Manuel Jesús parece incluso bueno, pero que en realidad miró mucho al torero y no tenía un pase por el lado derecho. El de Salteras lo sometió por bajo en los comienzos de la faena y cinceló una bella faena sobre la izquierda. Fue admirable la forma de aguantar las miradas de toro y tocar siempre para templar hasta el final de cada muletazo. Tres tandas de pases meritorios que a veces fueron de mucha calidad. El toro, ya sometido, quiso rajarse. El Cid le había vencido en toda regla.

La faena del sexto la cimentó sobre la derecha. El toro no prometía mucho en los primeros compases. Tampoco llegaba largo en sus arrancadas. El Cid logró templarlo en algunos pases largos que el animal no tuvo más remedio que admitir. Pero era de poca clase y volvió a quedarse a mitad de camino, echó la cara arriba y sólo el buen oficio y la insistencia del torero tapó tantos problemas.

Para Pepín Liria era la despedida de Algeciras. Está recogiendo en todas las plazas el reconocimiento a su entrega admirable y a su casta de torero macho. Los aficionados le obligaron a saludar antes de comenzar la corrida, igual que cuando mató al cuarto. No pudo celebrar este adiós con un triunfo, si bien el de Cehegín lo puso todo de su parte para cortar trofeos. El muy feo y destartalado toro que abrió plaza no remató sus viajes y la lidia se convirtió en una lucha para robar pases de factura desigual. Lo mejor fue la estocada. El simple saludo pareció poco premio.

El cárdeno lidiado como cuarto no le dejó despedirse a lo grande. Aunque atacó mucho para engarzar los pases, todo fue una auténtica batalla para provocar al de Victorino con muchos zapatillazos. Acabó agarrado al costillar. Tampoco anduvo muy presto en la suerte suprema. La plaza le obligó a saludar en señal de despedida.

Antonio Ferrera también salió con el esportón sin trofeos. No pudo lucirse con el segundo de la tarde, toro de viaje remiso, corto y sin clase. El extremeño se lució en tres pares de banderillas y no pasó de voluntarioso con un toro poco apto para el lucimiento.

Definitivamente, no fue su mejor tarde. El quinto parecía más encastado, pero también tenía mucha retranca. Se dejaba templar en el primero y acortaba los terrenos en el segundo. Este quinto fue un toro que dejó muchas dudas en el ambiente. Es una lástima que cada toro sólo pueda lidiarlo un torero. Ferrera, que colocó un tercer par extraordinario después de fallar en los primeros, dibujó algunos pases de trazo hermoso, aunque el problema del toro le impidió ligar darle continuidad a su labor. Tampoco acertó con la espada y su tarde quedó difuminada.

Fue una tarde atípica. En embiente había prisas para acabar pronto. La merienda duró apenas diez minutos. Cuando El Cid trasteaba al sexto, una riada de persona enfilaban la salida. La emoción no les hizo quedarse hasta el final, sencillamente porque no estuvo presente.

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