Fuente Ymbro / Vega, Galván y Barberán
Plaza de toros de Algeciras, 2ª de Feria. Un tercio de plaza. Seis toros de Fuente Ymbro, bien presentados y de juego desigual. Bueno, el tercero y malo por peligroso el cuarto. Salvador Vega salió a hombros por la Puerta de la Feria.
Salvador Vega, caña y oro, estocada (dos orejas). En el cuarto, estocada y descabello (saludos tras aviso).
David Galván, blanco y oro, estocada (una oreja). En el quinto, pinchazo, media tendida y descabello (palmas tras aviso).
Salvador Barberán, azul marino y oro, dos pinchazos y estocada caída (saludos). En el sexto, pinchazo y dos estocadas caída (silencio).

Carlos Crivell.- Algeciras

Tres toreros gaditanos en distinta situación conformaron un cartel atractivo. No todo dee ser el sota, caballo y rey de todas las ferias. Para Vega, Galván y Barberán, una corrida de Fuente Ymbro, santo y seña de los aficionados. El conjunto fue un festejo de notable interés en el que hubo de todo. Cada torero hizo lo que se podía esperar de su momento. Y entre los de Fuente Ymbro, de todo, algunos buenos y un toro cuarto de los más peligrosos que se haya podido ver en los ruedos en los tiempos que corren.

De Salvador Vega se puede esperar un toreo bello y estético. En esta ocasión, además de ese toreo, Vega sacó de su chistera raza de torero macho, algo que en otros momentos de trayectoria le ha faltado. Al toro primero de su lote le hizo una faena elegante y torera, llena de detalles de buen gusto, aunque el animal necesitaba una muleta poderosa por abajo y Vega se la ofreció en una demostración admiorable de técnica y poderío. Fue una faena firme que remató de una estocada entrando a por todas.

El cuarto fue el regalo señalado con el que nadie quiere encontrarse. Fue el clásico toro "pregonao" que no cesa de dar cabezazos y que busca siempre la presa. La encontró y Vega voló por los aires en una voltereta en la que no sufrió más daño que los golpes. Se levantó para seguir intentado darle pases a un toro de los del siglo XIX. Dejó la huella de su entrega. Lo dicho, hubo elegancia y también casta torera.

De David Galván se espera verlo progresar en su carerra taurina tan prometedora. Galván tiene muchos detalles que deben conducirle a un lugar de privilegio. El temple es su arma principal y quien tiene ese secreto puede ser un torero bueno. Además, el de San Fernando tiene ese punto de buen gusto y elegancia que impregnan su estilo de un aroma especial. Y también es valiente. La faena al tercero fue de temple exquisito sobre la derecha, aunque se acopló menos por el izquierdo, lado por el que fue desarmado en dos ocasiones. Sus manoletinas finales fueron la guinda de su labor.

El quinto se dejó menos y se quiso rajar siempre. Galván estuvo firme con la derecha en tandas cortas. No regaló las embestidas el toro de Gallardo, que esperó mucho antes de arrancarse y acabar rajado. Por el lado izquierdo fue imposible. Aquí se pudo ver que el oficio es algo que llega a base de corridas. Y Galván debe torear mucho más para lograrlo.

De Salvador Barberán se esperaba algo más en la tarde de su alternativa. Lleva ya tiempo en el toreo y por fin se ha convertido en matador de toros. El del doctorado fue un toro soso y noble. Barberán le dio mucho pases en línea sobre la diestra en los que no llegó nunca a cruzar la raya del compromiso.

Con el sexto, toro de pocas fuerzas pero aprovechable, el toricantano volvió a dar pases sin acabar de asentar las zapatillas. Tiró la toalla antes de la cuenta.

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