Carlos Crivell.- Talavante puso algo de serenidad y ritmo en una tarde marcada por las carreras, ya del toreo a caballo, ya de El Fandi que puso en marcha su tauromaquia de aceleración permanente. Todos a hombrros, pero un gran toro de Salvador Domecq y una faena de Talavante al chico sexto.
Plaza de toros de Algeciras, 26 de junio de 2015. 2ª de Feria. Un tercio de plaza. Dos toros para rejones de Bohórquez, mansos y sin celo. En lidia ordinaria, 2º de García Jiménez, manso y reservón aunque humillador; 3º de Olga Jiménez, muy descastado; con movilidad y fijeza, el 5º de Salvador Domecq; el 6º, muy chico y sin pitones, sin picar, fue bueno. El rejoneador y los matadores salieron a hombros por la Puerta de la Feria.
Hermoso de Mendoza: saludos y dos orejas.
El Fandi, de blanco y plata, estocada (una oreja). En el quinto, estocada (dos orejas).
Alejandro Talavante, de lila y oro, pinchazo y estocada (silencio). En el sexto, estocada (dos orejas).
El cartel era extraño. Por delante, un rejoneador; detrás, dos matadores tan dispares como El Fandi y Talavante. En la variedad está el gusto. A pesar de ello, una entrada muy pobre. Las mentes preclaras del toreo deben buscar soluciones. Es posible que este este tipo de carteles sean poco deficitarios con menos de media plaza. Si además producen pérdidas, el asunto ya es de locos.
Fue un saldo de toros. Dos de rejones con un afeitado tremendo y cuatro de hierros distintos, tres de ellos de la casa Matilla. Un popurrí de toros que contribuyó a que el espectáculo fuera plano, todo ello a pesar de la buena voluntad del público que se sentía satisfecho con lances de poco mérito y que tenía las manos en actitud de aplauso permanente. Plano, a pesar de un montón de orejas pedidas con alegría.
Hermoso cumplió su turno con eficacia, solvencia y seguridad. Los de Bohórquez no le ayudaron nada. Su falta de celo y casta les impidió seguir a las cabalgaduras, de forma que en el primero tiró de Berlín y Beluga para cumplir con decoro, mientras que en el cuarto sacó a Disparate, que no pudo lucirse ante la inhibición total del toro. Sacó a Pirata con las cortas y un par a dos manos logró el entusiasmo general. Lo mató a la primera y paseó dos generosas orejas.
El Fandi puso en marcha su maquinaria de toreo populista de principio a fin. No se le puede negar su voluntad y ganas de agradar a los públicos de escasas exigencias, aunque otra cosa es que su tauromaquia se acerque a los mínimos necesarios. El primero de su lote humilló mucho pero no repitió las embestidas. Tampoco tenía mucha fijeza. En algún momento parecía con problemas en la vista. El de Granada lo resolvió con toques muy violentos para provocar las arrancadas. De esta forma lo toreó casi exclusivamente por la derecha. Cuando tomó la izquierda dudaron el toro y el torero. Para animar la cosa se agarró al costillar, pidió con descaro más música y se puso de rodillas para largar fiesta con molinetes encadenados. La oreja estaba cantada tras una buena estocada, que fue lo mejor.
El de Salvador Domecq fue un buen toro por movilidad y fijeza. Fandila toreó de capa con prisas, puso cuatro pares de banderillas y realizó una faena que no llegó a la altura de tan buen toro. A falta de toreo de clase, Fandila se puso de rodillas para comenzar la faena y aburrió al animal con muletazos incoloros. Acabó el torero por los suelos en un desplante de rodillas casi tumbado sobre el albero. El toro murió de bravo. El Fandi paseó dos orejas. Había sudado el triunfo.
Talavante no se encariñó con el primero de su lote. El toro era un desierto de casta, echó la cara arriba y probó al torero. Talavante dio muletazos por ambos pitones con facilidad pero sin expresión, como para cumplir el trámite.
El sexto fue una sardina impropia de una plaza como Algeciras. No tenía ni pitones ni cuartos traseros. Estrecho, como una calle de barrio andaluz. Talavante debió sentirse novillero sin picadores. Sacó su raza torera para templar con la derecha con ritmo y gusto. El animalito repitió por abajo y por fin hubo toreo bueno. Tandas diestras con mando, dosantinas intercaladas, toreo con la zurda desigual pero con regusto y remates de pecho en dos tiempos con valor y toques precisos. La tarde encontró su meta entre tantas carreras. Las bernadinas emotivas fueron la guinda.