PACO UREÑAJuan Manuel Pérez Alarcón.– La tauromaquia ya sabemos todos los aficionados que no disfruta de sus mejores momentos, y sí somos honestos, así debemos denunciarlo, a la vista de muchos actos, muchas vivencias, y hasta nuevas costumbres y corrientes que están dificultando que este bonito arte se vea empañado por muchos factores. Y hace tiempo que en Almería la fiesta no vive su mejor momento, por muchas razones, que añaden algo más de descrédito a esta fiesta a la que amo y respeto, pero que con tardes como la de hoy, me inspira el lado más negativo de ella, y es que hay motivos.
Motivos por ver como solamente algo menos de la mitad del aforo se entretiene en observar como una corrida mal presentada – algunos con morfología anovillada que no debieron salir por chiqueros – descastada, inválida y mansa de Torrehandilla-Torreherberos, que ha provocado pitos en al arrastre, produce un profundo cabreo en el paciente y sensato aficionado – que no público – de Almería. Animales podridos de bravura. lamentable que la ganadería triunfadora el año pasado haya traído un ganado que no era digno de la Feria de Almería. Hacía años que no veía tal diferencia en la presentación del ganado, y ahí la empresa debe valorar ese descrédito ganadero, y rectificar para respetar la categoría de la plaza almeriense.
Otro motivo es que la suerte de varas apenas ha existido, y la Autoridad haya cambiado los tercios – a petición de los toreros -con una leve entrada de mero trámite sin que aquello tuviese la emoción de una sensata apreciación de bravura. Y es que ésta no la hubo, pero debe dejarse un poco más al animal en el caballo, porque ha existido una ausencia total de la citada suerte. Más descrédito para la fiesta. Existen por ello razones para el desaliento. Aquí la Autoridad debe marcar un criterio sino quiere que la fiesta pierda importancia en Almería.
Sobre la corrida decir que Antonio Ferrera dispuso de un primer toro inválido de salida que apenas fue picado y con la anécdota de que el picador de la segunda suerte no tomo partida en la lidia. Nadie se inquietó ni se le recordó a la Autoridad. Mal detalle. Tras un tercio de banderillas insulso y nada triunfal en la muleta el toro se apagó. Faena de enfermería ante un animal sin raza y sin casta.Ferrera en el cuarto repitió guión ante otro animal manso que apretó en los engaños y que no se picó. En el tercio de banderillas vibró el gran público con un tercio discreto con más efectos que efectividad destacando un par al quiebro que cerraba la suerte. Un toro noble, que le costaba humillar, y que se rajó en cuantoFerrera le obligaba con la muleta. El extremeño se pudo místico y pesado con muchos pases entre los pitones y ordenando parar la música para someter a un toro sin casta y moribundo. Con una estocada algo caída y una petición algo generosa  – mayor que la anterior eso sí – le fue concedida una oreja, con cierto argumento para el descrédito. 
Paco Ureña debutaba en Almería y con su primer toro tuvo pocas opciones con el capote. Animal algo descastado pero noble, que apenas se picó – fue un manso que desparramaba la vista por el pitón derecho – y que con mas voluntad que acierto, realizó una faena algo desajustada, donde lo mejor vino toreando al natural, pero a un toro sin ritmo. Lo mejor la estocada. Antes los subalternos Curro Vivas y Álvaro López se desmonteraron. Después una petición no mayoritaria que fue entendida suficiente por el Presidente y una generosa y benevolente oreja le fue concedida.
Con el quinto – de mejor presentación – fue el que más fiereza demostró en la suerte de varas, que no bravura, Ureña justificó su voluntad ante un animal sin transmisión, raza y condición. Faena sin alma y decisión. Tras una estocada que hizo guardia y un pinchazo, saludo desde el tercio. 
Juan del Álamo tuvo un recibo capotero muy estético y lanceando a la verónica con manos y muñecas muy templadas. Lo mejor de la tarde con el capote. Otro toro con descrédito en la suerte de varas. Faena inerte y sin contenido con un animal flojo que le faltaba todo condimento positivo. Tras dos pinchazos y una estocada, saludo desde el tercio.
Con el último, Álamo lidió a un otro manso que apretó en banderillas y que terminó por cabrear al aficionado de Almería. Y encima la suerte de varas apenas existió. En la muleta el salmantino sin rumbo y criterio. Nunca se confió con ese manso y descastado y su faena se diluyó como la tarde.
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