PACO UREÑA

Paco Ureña con la oreja del segundo de la tarde

Carlos Crivell.– Mala corrida por floja y descastada la de Torrehandilla que abrió Almería. El mejor fue Paco Ureña que se mostró firme y valiente. Desafortunado con su lote Juan del Álamo y sin compromiso Ferrera,

Plaza de toros de Almería, 27 de agosto de 2014. 1ª de Feria. Menos de media plaza. Cinco toros de Torrehandilla y uno, 1º, de Torreherberos, muy terciados de presencia y deslucidos de juego. Escasos de casta y fuerzas y apagados en la muleta. Solo fue noble el 1º, que no tenía fuerzas. El resto, muy malos. Saludaron en banderillas Curro Vivas y Álvaro López.

Antonio Ferrera, de azul marino y oro, estocada trasera y baja (saludos tras aviso). En el cuarto, pinchazo y estocada trasera (una oreja).

Paco Ureña, de berenjena y oro, estocada (una oreja). En el quinto, estocada muy baja, pinchazo y descabello (saludos).

Juan del Álamo, de rosa pálido y oro, dos pinchazos y estocada tendida (palmas). En el sexto, estocada caída (saludos).

Fue una corrida minimalista en todos los sentidos. A la empresa y a la autoridad le colaron algunos toros que no favorecen a una plaza que ha sido en muchas ocasiones la mejor de Andalucía entre las de segunda. Pero lo de ayer es una patada a su historia. La corrida fue, en general, chica, pero ese detalle pasaría incluso a segundo plano si hubiera exhibido casta o fuerzas. No cabe un encierro más deslucido que este de Torreandilla con el de Torreherbero por delante. Solo se dejó dar pases el primero, que fue demasiado flojo. Y entre tanto toro malo, llegó el sexto, un prodigio en cuanto a brutalidad bovina.

El torero que puso más empeño en su labor fue Paco Ureña. Con dos toros de poco juego, el primero, insignificante y desclasado; el segundo, más voluminoso, feo de hechuras y embistiendo a oleadas a media altura, el lorquino asentó las zapatillas en dos faenas de mérito. No solo fue un torero firme y valiente, es que sacó su indudable calidad torear para lograr el toreo fundamental.

La faena al primero de su lote fue a menos, como el animalito, que era un prodigio de defectos. Pero Ureña le puso al toro esa chispa que le faltaba y lo mató bien. El quinto era un toro grandullón y feo. En el centro del ruedo aguantó oleadas destempladas hasta que se rajó. Pero todo lo que hizo llevó la impronta de un torero serio, ortodoxo y ambicioso. Se le fue la mano al matar y la espada cayó en el sótano. Luego, pinchó.

Para Antonio Ferrera fue una de esas corridas en las que un espada debe torear porque está anunciado pero en la que no transmite deseos de superación. El que abrió plaza era inválido y aumentó sus carencias en una voltereta. Como suele ocurrir con los toros flojos tuvo calidad, lo que no le sirvió a un Ferrera con apariencia de cansancio. Se colocó fuera de cacho, citó con el pico y desvió la embestida del burel en una labor sin compromiso.

El cuarto, que se movió más, le permitió redondear un tercio de banderillas vistoso. Ordenó a la banda que cesara el pasodoble para torear con muletazos de uno en uno de forma desigual. Eso sí, vendió bien la mercancía y era el cuarto, el que sigue a la merienda. A pesar de pinchar antes de una estocada habilidosa, paseó una oreja de poco valor. Ferrera vino a Almería cumplir el trámite.

Mala suerte para Juan del Álamo. El tercero era una birria con todos los defectos posibles y sin virtudes. Sin fuerzas, parado; una prenda. Álamo estuvo afanoso ante semejante animalito. Se había lucido con el capote y logró algún natural imprevisto.

El sexto sembró el desconcierto entre los hombres de plata. No era nada del otro mundo, alternó arrancadas mejores con otras en las que lanzó la cabeza al cielo. Eso era un toro bruto y lo demás son cuentos. Álamo estuvo lo mejor que se podía con tandas estimables sobre al diestra en las que logró sortear la poca clase del llamado ‘Aguaverde’, un nombre bonito para algo tan bestia. Y lo cogió al final de forma aparatosa. No podía ser de otra forma ante las tarascadas que soportó el chaval. Solo sufrió un golpe en la rodilla. Era lo menos Así acabó una corrida muy desagradable e impropia de esta feria almeriense.

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