Curro Díaz. Foto: Eduardo Porcuna

Carlos Crivell.- Un toque de silencio de trompeta acompañó el minuto de silencio en memoria de Dámaso González. Pocos espadas han sido tan torero de toreros. La plaza de Almería rindió su homenaje póstumo al torero de Albacete por excelencia.

Curro Díaz brindó al cielo azul de la calurosa tarde en el coso almeriense. Se había estirado a la verónica con gusto para rematar en el centro. En la plaza, uno de Victorino tan noble como flojito de remos. Curro lo mimó con mano de seda en una faena de retazos de arte grande, casi siempre sobre la mano derecha. Cuando se la puso con la zurda dejó abierta la ventana y casi resulta cogido. La vuelta a la derecha fue de nuevo un regocijo ante el toreo bueno. A estocada fue perfecta, de ejecución y colocación. La plaza parecía conforme con una oreja, pero al presidente le salió su vena de buen aficionado y le concedió la segunda. Dámaso había recibido el homenaje mejor en Almería.

Casi las devuelve en el cuarto, un toro que se volvía sobre las manos por los dos pitones. No se dio ninguna coba. Lo intentó sin convicción y le arreó un bajonazo delantero. Lo malo si breve, menos malo.

Joselito Adame disfrutó de un buen Victorino para el toreo. Otra cosa es si estos toros tan flojos del ganadero de Galapagar son los que espera la afición. Adame toreó a placer por el pitón derecho, con muy buena técnica y no exento de gusto. Ausente el toreo con la izquierda, al final dibujó naturales con la diestra sin la ayuda. Ahora hubo ligazón y mando. La estocada cayó en el rincón.

El quinto humilló una barbaridad y se cayó mucho. Fernando Sánchez colocó un par sensacional, como ya había ocurrido en el segundo. Al humillador Victorino le hizo una faena de mano izquierda. Tanta capacidad para bajar el morro se acompañó de muchos aterrizajes sobre el albero. El torero mexicano se lució a ratos. Cuando su muñeca se templó, algo que no ocurrió siempre, el animal se deslizó largo sin derrumbarse. La estocada fue contundente.

El tercero fue noble cuando no se le atosigaba. No quería cercanías ni amontonamientos. Juan del Álamo no encontró siempre la fórmula para que su faena resultara limpia y templada. Todo sucedió sobre la derecha. Cuando se la ofreció por la izquierda el animal se acostó y Álamo renunció a seguir por ese camino. La estocada efectiva, y caída, dio paso al trofeo.

La corrida Victorino había resultado noble y floja. Solo desentonó el cuarto. Saldó su paso por el caballo con discreción. En realidad la terna no se preocupó de ponerlos en suerte. Cerró plaza otro toro flojo, corniabierto y algo regordío. Muy mal picado en el brazuelo, se derrumbó en distintos lances de la lidia. Quedaron charcos de sangre por el ruedo. Juan del Álamo se la puso por los dos pitones. Con la zurda logró algún muletazo suelto. El animal se murió solo y puso un agridulce final a la Feria.  

Plaza de toros de Almería, 26 de agosto de 2017. 4ª de  Feria. Media plaza. Seis toros de Victorino Martín, bien presentados, nobles y muy flojos. Mejores 1º y 2º; manejables, 3º y 5º; complicado el 4º, y muerto en varas, el 6º. Minuto de silencio en memoria de Dámaso González.

Curro Díaz, de grana y oro. Gran estocada (dos orejas). En el cuarto, estocada baja (silencio).

Joselito Adame, de turquesa y azabache. Estocada caída (un oreja. En el quinto, estocada (una oreja).

Juan del Álamo, de pizarra y oro. Estocada desprendida (una oreja). En el sexto, pinchazo fallido y el toro se muere (silencio).

Curro Díaz y Joselito Adame salieron a hombros por la Puerta Grande.