Cuando Álvaro Domecq Romero decidió dedicarse al rejoneo tenía muchas ventajas, ante los ojos de muchos, pero un gran reto, mantener el apellido Domecq en lo más alto del toreo a caballo, algo que consiguió por méritos propios. Nacido al igual que su progenitor, Álvaro Domecq y Díez, en Jerez de la Frontera, su vida estuvo ligada desde su más tierna infancia al mundo del toro y el caballo por las circunstancias familiares ya de sobra conocidas.

Por ello, su primera actuación en público tiene lugar cuando contaba con sólo 16 años, en el marco de un festival benéfico celebrado en la localidad gaditana de Tarifa el 26 de febrero de 1956. Cuatro meses más tarde hace su presentación en la plaza de Jerez, en otro festival, actuando como profesional por primera vez el 3 de septiembre del mismo año, en la Real Maestranza de Ronda (Málaga). Su primera campaña completa como profesional es la de 1960, en la que cosecha importantes triunfos como los conseguidos en Barcelona o El Puerto de Santa María. Dos años después, el 7 de junio de 1962, debuta en la plaza de Las Ventas de Madrid, en la tradicional Corrida de la Beneficencia y, tras sumar 49 contratos en 1963, viaja a América para actuar en el festejo conmemorativo del quinto aniversario de la Monumental Plaza México.

Tras varias temporadas en las que reduce voluntariamente sus apariciones, anuncia su retirada en Zaragoza, el día 14 de octubre de 1967, sin bien ésta no sería definitiva. En 1968 actúa solamente en la Corrida del Montepío de Toreros celebrada en Fuengirola -el 22 de mayo-, pero un suculento contrato le lleva a hacer campaña en Colombia y Venezuela la siguiente temporada. Con ánimos renovados, reaparece en España en 1970, alcanzando las 111 corridas en la temporada de 1971.

El gran acontecimiento de ese año tiene como escenario la plaza de su localidad natal, en la que se encierra en solitario con siete toros, logrando cortas siete orejas y dos rabos. El mismo tono en cuanto a cantidad y calidad se mantiene a lo largo de toda la década de los 70 y se prolonga al inicio de los 80 Sus actuaciones le proporcionan un buen número de trofeos, como el Trofeo Antonio Cañero de la Casa de Córdoba de Madrid, que le fue concedido por su labor durante la Feria de San Isidro de 1983.

Dos años después anuncia de nuevo su retirada, despidiéndose del público portugués en Lisboa, el 19 de septiembre, y de la española en Jerez, el 12 de octubre, en un festejo en el que también actuó su padre. Después, tras una reaparición fugaz en 1988, vuelve a los ruedos para conceder la alternativa a su sobrino Antonio en Jerez, el 21 de mayo de 1992, y para confirmarla a él y a Luis en Madrid, la tarde del 30 de mayo.

En el año 2000 actúa en la Goyesca de Ronda con Joselito, Rivera y Morante.
Desde entonces, tan sólo se ha prodigado en algunos festivales benéficos y su depurado estilo a caballo está al servicio de la Escuela Andaluza de Arte Ecuestre.

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