Gastón Ramírez Cuevas. el colombiano Juan solanilla hizo una buea faena en la primera novillada de la plaza Antonio Velázquez de Arroyo (México).

Novillos: Cinco de Marrón, de juego variado. Los cuatro para los de a pie estuvieron excelentemente presentados. Se le concedió la vuelta al ruedo al noble y emotivo tercero de la tarde.
Novilleros: A caballo Julián Viveros, saludos.
Los Forcados Mexicanos tuvieron destacada actuación dando la vuelta al ruedo el cabo.
Luis Conrado, mató a su primero de tres pinchazos; silencio. Al cuarto de la tarde lo mató de estocada entera desprendida y tres golpes de descabello para escuchar un aviso; leves palmas.
Juan Solanilla, al primero de su lote lo despachó de dos pinchazos y estocada casi entera para dar merecida vuelta al ruedo. En el que cerró plaza mató de estocada entera caída y perpendicular, y dos descabellos para escuchar un aviso; palmas.

Sábado 25 de julio del 2009
Primera novillada de la temporada de la Plaza de toros Antonio Velázquez del restaurante Arroyo

Los pocos aficionados que aun perviven en la Ciudad de México están de plácemes porque la temporada de Arroyo se ha puesto en marcha. La placita Antonio Velázquez presentó un lleno alentador, y gracias a la seriedad del ganado y a la torería del muchacho bogotano Juan Solanilla, el festejo inaugural resultó bastante lucido.

Para empezar, el rejoneador Viveros estuvo digno y asaz solvente si tomamos en cuenta que el ruedo de esta plaza es muy pequeño y que eso complica mucho el asunto del arte de Marialva. Lástima que el otro asunto, ese de matar desde la cabalgadura, no se le da. Como tampoco se le dio al sobresaliente Jorge Rizo, quien con un estoque que parecía de malvavisco hizo muy larga la muerte del buen novillo que abrió plaza.

Es menester decir que la parte más emocionante de la lidia del primero la protagonizaron los Forcados Mexicanos con dos valentísimas pegas. En la primera el novillo hizo rodar a todos los del grupo como pinos de boliche. Al segundo intento, aguantaron a pie firme y dominaron al toro para recibir cerrada ovación. Al doblar el bicho, el público insistió para que el cabo de los forcados diera la vuelta al anillo sin el caballista.

Y dio comienzo el mano a mano entre Luis Conrado y Juan Solanilla, quienes gozan de muy buen cartel en el feudo de los señores Arroyo. Señalaré que aunque por la manera como partieron plaza parecía que el colombiano era el primer espada, de hecho, Conrado tiene mayor antigüedad y lidió al segundo de la tarde y al penúltimo.
Así pues, Luis se enfrentó en primer término a un novillo muy bien hecho que tenía mucho que torearle. Conrado tuvo detalles al natural y al derechazo en una faena intermitente, pero no se acopló del todo a la embestida. Al intentar rematar una tanda con una joselillina por el pitón derecho sufrió un revolcón aparatoso sin consecuencias que lamentar.

Con su segundo, estuvo voluntarioso y se pegó uno de sus arrimones clásicos. No obstante, al novillo lo habían matado en varas y era difícil ligarle los pases. De su labor recuerdo un derechazo eterno y templado y varias dosantinas de tremendo aguante. También estuvo muy torero al doblarse con el bicho antes de entrar a matar.
Hablemos ahora del triunfador, de Solanilla. Su primer enemigo fue un novillo francamente bueno, especialmente por el pitón izquierdo. Primero, Juan Camilo quitó por chicuelitas antiguas de muy buena factura. Con la muleta estuvo toreando largo y entregado, sobre todo con la zocata, transmitiendo enormidades al tendido. Solanilla ligó y templó con gusto, demostrando una actitud torera envidiable. Lástima que mató mal y perdió las orejas del bicho.

El que cerró plaza fue otro cantar. Aquí el novillero sudamericano echó mano del valor, el aguante y el poder, para tratar de lucirse ante un toro difícil por lo mirón y por lo pronto que se revolvía. Desgraciadamente tampoco estuvo fino ni con la de matar, ni con el verduguillo.

No cabe duda que todos los adagios taurinos encierran verdades incontestables. Ayer fue inevitable recordar aquello que dicen que dijo Rafael El Gallo: “Al que no hace la cruz se lo lleva el diablo”, pues nadie mató como Dios manda.

Alguien debe señalarles a estos dos novilleros que los toros se pasaportan con la zurda, que la muleta no se deja muerta, y que hay que reunirse con el toro y pasar. Sé que es fácil decir esto desde el tendido, pero por eso Conrado y Solanilla son toreros y uno no.

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