Gastón Ramírez Cuevas.- Sábado 21 de septiembre del 2013. Plaza de toros Antonio Velázquez del restaurante Arroyo. Tercer festejo de la temporada. Aspirantes a novilleros (menores de 17 años).

4 erales de Rodolfo Vázquez, bien presentados, fuertes y con mucho que torearles. El primero fue aplaudido en el arrastre.
Toreros: Héctor Gabriel, casi entera. Oreja.
Pablo Vite no pudo matar a su eral pues pasó a la enfermería después de un pinchazo y tremenda voltereta: al tercio.
Mariano Sescosse: estocada entera. Oreja.
Juan Pablo Herrera: Pinchazo caído que bastó. Al tercio.

En esta plaza no hay festejo aburrido, pues los empresarios, los señores Arroyo, siguen dando cátedra de afición y seriedad. Cuando no se cumple el adagio de Pepe Moros y hay toreros y toros, el sufrido aficionado capitalino sale toreando de la plaza.

Héctor Gabriel Aquino Ferrer, el nieto del popular Teniente, estuvo fenomenal. En un principio pareció que su enemigo le iba a traer de cabeza, pues el bicho era fuerte y complicado. Con el capote Héctor adelantó la suerte en un par de ocasiones y el pupilo de Rodolfo Vázquez comenzó a aprender. El muchacho poblano cubrió el segundo tercio con exposición y torería. Después de un excelente primer par, Héctor se resbaló junto a la barrera y evitó una cornada espantosa en la cara a base de reflejos sobrehumanos, pues el astado iba por él y le tiró un derrote espeluznante. El segundo par, al quiebro en tablas, fue de gente grande. Cerró el tercio con un lucido para al violín para ser ovacionado por el respetable.

Con la muleta Héctor demostró clase y oficio. Las tandas por ambos pitones fueron templadas y elegantes. A ese toro no se le podía dudar ni un instante, pedía el proverbial carné y que el novillero pensara mucho en la cara. Héctor Gabriel ganó el duelo con creces y se gustó en todo momento. Hay que señalar que en Arroyo la música suena demasiado fuerte y casi siempre tapa los olés de la gente, pero en esta ocasión no fue así pues los tendidos corearon cada muletazo, especialmente los naturales y un desdén, de manera estentórea. Héctor se fue con fe tras el estoque y cortó una merecidísima oreja.

El segundo cornúpeta fue muy parecido al primero, pero Pablo Vite no tiene tantos recursos como Aquino Ferrer. Eso sí, le echó valor y afición a raudales. Tanto es así que fue cogido en multitud de ocasiones por no colocarse adecuadamente y dejar que el animal pensara y le ganara la iniciativa. Fue durante el último tercio cuando mi amigo Mauricio Ocampo y yo acuñamos el siguiente aforismo: “Si le ganas, el toro traga. Si no le ganas, el que traga eres tú.” Merced a la paliza y a una espectacular maroma entrando a matar en la que voló a gran altura, el muchacho de Pachuca no pudo quitarse de enfrente a su enemigo, mismo que fue liquidado por Mariano Sescosse. Pablo Vite salió de la enfermería para saludar en el tercio.

Con el tercero, otro ejemplar bien comido y con bastante guasa, Mariano Sescosse se la rifó como los buenos. Su faena de muleta fue una verdadera batalla no exenta de sustos y achuchones. Pero cuando Sescosse tocaba firme y lograba ganarle un paso al toro, éste se dejaba pegar derechazos templados y largos. A la hora de la verdad, el novillero zacatecano nos regaló una estocada de libro. Fue un portento ver como adelantó la zurda y hundió el acero con arte. Ese ritmo, esa decisión y esa sincronía al entrar a matar valen oro. Si no, pregúntenle a las figuras mexicanas y de allende el charco, las cuales siempre lamentan cómo les traicionan los aceros.

Juan Pablo Herrera no las tuvo todas consigo. Los mejores momentos de su actuación fuero un gran quite por zapopinas y dos estupendos pares de poder a poder. Con la muleta no logró encontrarle la cuadratura al círculo y el toro se le colaba a la menor provocación. Lo dicho, hay que saber ganarle un par de pasos al morito, cruzarse y no quedarse plantado en la vía del tren. Salió al tercio, pues el público de la Antonio Velázquez siempre agradece la honradez de los jóvenes que quieren ser alguien en la Fiesta.

Cierro la crónica con la frase célebre (cortesía de Felipe Olivera) que apareció esta semana en el inmejorable programa de mano de la placita de Chucho y Pepe Arroyo: “Es moral lo que hace que uno se sienta bien, e inmoral lo que hace que uno se sienta mal. Juzgadas según estos criterios morales que no trato de defender, las corridas de toros son muy morales para mí.” Eso dijo don Ernesto el de los toros, el viejo Hemingway.

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