Carlos Crivell
La finca Ojuelos es una de las más emblemáticas de la Fiesta. Situada en el término sevillano de Marchena, la familia Benítez Cubero sigue empeñada en la crianza del oro y del caballo. José Benítez Cubero es el responsable actual de la ganadería. Vive en la finca donde se conservan los recuerdos de una familia ganadera que comenzó sus andanzas allá por el año 1929.
“Ese año, mi bisabuelo y su hermano compraron la ganadería a Peñalver. En 1935 la compró mi abuelo. Los toros estaban en una finca de Villamartín, eran tiempos de guerra y se la quitaron, de forma que alquiló una finca al Conde de la Maza, llamada El Hornillo, y allí se llevó los toros. En esa finca se crió mi padre y se hizo ganadero”.
El gran patriarca de la ganadería fue el abuelo, “que como todo el mundo le llamaba Cubero, decidió unir los dos apellidos”, pero que fue un ganadero pionero en su momento. José venera la memoria de su abuelo, “porque era un gran hombre, de una inteligencia natural enorme, de esos ganaderos que todo lo tenía en la cabeza, no llevaba ni libreta a los tentaderos”.
En 1941 se compró Ojuelos, pero hasta el año 1953 no se llevaron todas las reses desde El Hornillo. El padre del actual ganadero si hizo cargo de la ganadería en 1960, pero apenas pudo disfrutar de ella porque falleció diez años más tarde. “Cuando mi padre murió –comenta José- estaba aún estudiando en Utrera. Por ese motivo, todo lo que he aprendido de la ganadería ha sido por mi abuelo. Es una cosa muy curiosa, la ganadería pasó de mi abuelo a mi padre, de mi padre otra vez a mi abuelo, para finalmente pasar a mis manos”.
En 1960 se añadió otro hierro a la casa por la compra de la vacada de Paco Quintanilla, “que se puso a nombre de mi madre, María Pallarés”. En las paredes de Ojuelos está la historia de la divisa, todos los recuerdos de una etapa gloriosa para los “benítezcuberos”, como la cabeza de Espartero, que hizo la ganadería, junto a una foto del maestro Pepe Arjona de 1965 con Curro, Camino y Puerta acompañados por el padre de José en una tarde triunfal en la Maestranza.
Estos tiempos de gloria, sin embargo, han pasado. La ganadería de Benítez Cubero llevan algún tiempo en un segundo plano, ahora es clásica en las corridas de rejones, pero José Benítez Cubero sigue en la lucha para devolver a la divisa su prestigio pasado.
“Nuestra ganadería ha pasado un bache evidente, pero también ha ocurrido que ahora se han puesto de moda otros encastes, porque es verdad que están funcionando, y algunas otras nos quedamos relegadas a un segundo plano. Es la pescadilla que se muerde la cola, se lidia menos y te la piden poco. Esto no quiere decir que Benítez Cubero haya dejado de embestir, lo que pasa es que una corrida que embiste en una plaza de tercera no sirve igual que en una plaza de primera. La repercusión es que los toros funcionen bien en plazas de primera”.
En su análisis de la problemática actual, más centrada en su propia ganadería, José Benítez Cubero añade otro factor: “Es la moda imperante de las ganaderías formadas con reses de otras que están de moda. Dicen que provienen de una cosa de fulanito de tal, que es un ganadero de moda, y eso anima a los matadores a anunciarse, aunque en realidad nadie conozca al ganadero que la ha comprado de tercera o cuarta mano. Así puede ocurrir que ganaderías de muchos años, como puede ser la nuestra, queden olvidadas”.
Considera que estas ganaderías deben ser conservadas, “porque son encastes únicos, como le puede pasar a Miura o Pablo Romero. Benítez Cubero es una de las ganaderías más puras de procedencia Cabrera, casi más que Miura. Es verdad que hay algo de Vázquez, que nos ha dado los clásicos berrendos de Cubero, que por cierto le dan un toque muy peculiar a nuestros toros”.
En su casa hay dos líneas, la clásica de Benítez Cubero y la que ahora se llama Pallarés. “No son exactamente lo mismo, porque lo de Benítez Cubro es Vistahermosa, pero Parladé, y lo de Pallarés es también Vistahermosa, pero de la rama Santa Coloma que tenía Paco Quintanilla. Es el mismo encaste con esa diferencia de lo que procede de Vistahermosa. En cuanto al juego, esa parte de Santa Coloma le da un punto de mayor vivacidad”.
¿Cuál es el momento actual de Benítez Cubero?
La verdad es que ahora estamos lidiando exclusivamente toros para corridas de rejones. Por mi formación y afición, estoy deseando volver a lidiar corridas a pie, pero uno de los mayores problemas que hemos tenido es la perdida de fuerzas en los últimos años. No conozco ciertamente los motivos, porque sanitariamente están perfectos. Me llaman para lidiar en Sevilla o en Madrid, pero no estoy seguro del momento de la ganadería en cuanto a sus fuerzas, de forma que prefiero esperar algunos años antes de volver a retomar las corridas normales. En los tentaderos siguen embistiendo mucho, pero debo asegurarme, porque una corrida sin fuerzas me perjudicaría mucho en estos momentos.
¿Hay alguna posibilidad de refrescar la ganadería con otras sangres?
No es fácil. Podría hacerlo con algo de Parladé, porque en otro tiempo se han comprado toros de Tamarón y de Pedrajas, de procedencia Vistahermosa. Pero no soy partidario hacerlo. Quiero buscar dentro de mi propia ganadería. Tengo una rama que da más fuerzas y ahí está el camino que quiero potenciar. Esto requiere algunos años, de momento lo que sale de ahí no se cae tanto, así que será cuestión de trabajar con paciencia.
¿Cómo vive su faceta predominante ahora de ganadero de reses de corridas de rejones?
Todo tiene su atractivo. En mi casa la selección sigue las misma normas de siempre. Lo que pasa que no es lo mismo. El triunfo no se saborea con la misma intensidad. Las corridas de rejones tienen un problema creado por los mismos, porque no le dan la importancia debida al mismo espectáculo. Siempre se lo eh dicho a mi cuñado Javier Buendía. Deben darle categoría y lo que hacen es lo contrario. El rejoneo merece el máximo respeto. El toro para rejones debe ser bueno, es decir, que no hay diferencias con el del toreo a pie; el que no sirve para un tipo de toreo tampoco sirve para el otro. Hay que buscar fijeza, temple y nobleza en todos los toros.
Dicho todo esto, uno piensa de nuevo en el pasado glorioso de unos toros que eran apetecidos por las figuras, recuerda aquella corrida histórica de la Feria de Sevilla de 1965 con los tres toreros en triunfo y plantea de neuvo incógnitas sobre el futuro. “Soy optimista –afirma Pepe Benítez Cubero- en cuanto a que confío que en un plazo medio este ganado pueda estar lo más alto. Hace falta tiempo. Lo que me tranquiliza es que intento hacerlo todo lo mejor posible. Duermo tranquilo, distinto es que pueda conseguirlo”.
En una siguiente reflexión, el ganadero apunta un dato interesante. “Esto de lidiar corridas para rejones, si es para plazas importantes y para las figuras, es mucho mejor que lidiar a pie en plazas de menos categoría”. Como es lógico, “en esas plazas hay también más rentabilidad económica, un factor que no debe olvidarse”. Y algo más, “hay encastes que si no funcionan a pie, no se pueden lidiar a caballo y tienen que mandar las reses al matadero. Al menos, este nuestro de Cubero ha dado un buen resultado en rejones”.
Sobre el momento delicado de la fiesta, tiene una opinión clara. “No hacen falta ni normativas europeas ni antitaurinos, esto es nuestra responsabilidad y hay que defenderlo. Además, la vida ha cambiado mucho. En el campo, a las cuatro de la tarde no queda nadie. Yo vivo en el campo, por mi parte nadie podrá exigirme más dedicación. No quedan románticos”.
SEMENTALES
En la actual ganadería de Benítez Cubero hay 400 vacas de los dos hierros de la casa, uno el de Benítez Cubero y otro el de Benítez Cubero Pallarés. El número de sementales es de 20, “aunque no todos están en actividad, porque algunos son ya viejos y otros son tan nuevos que aún no están probados. Al final, aclara Benítez Cubero son unos 10 los que llevan el peso de la ganadería”. Entre ellos, el ganadero destaca a Burgalés y Ventero, “en los que tengo confianza para darles ese punto de mayor fuerza que necesitan los toros”.
OJUELOS, UNA FINCA HISTORICA
Cada rincón de esta finca sevillana es el testimonio de un poco de la mejor historia del toreo. “Es una finca emblemática, que ya mi abuelo se encargó de sembrar de olivos. Lo que he hecho es mantener lo que había y perfeccionar algunas cosas”. Decía el viejo Benítez Cubero que un ganadero no podía vivir sólo de la ganadería, “por ello se preocupó de darle rentabilidad y mantuvo siempre por delante el escaparate de los toros”.
LOS “CUBEROS”
“Los toros de Cubero siempre han sido grandes pero proporcionados; cortos de extremidades, pegado al suelo, la boja grande y muy llamativos de hechuras”. Con relación al comportamiento, “son toros muy nobles, ésa ha sido la principal característica de los Cuberos”. Se le llena la boca de ilusión con volver a lidiar toros nobles, “algo que llegará en cuanto consiga subir un poco la fuerza de este ganado”