Juan Manuel Pérez Alarcón
En toda confección de un abono taurino, y en condiciones normales, todo empresario intenta buscar una referencia artística, una guía la cual dirigirnos para conocer aspectos positivos y edulcorar nuestros sentimientos hacia un cartel soñado y/o deseado, y así poder ofertar un espectáculo que llene de estímulos a todos los operadores. Ese valor este año es dificil apreciarlo, hasta el momento, en la ciudad de Sevilla, y para mayo de 2014. Por lo menos hasta el momento que conocemos algunos aspectos. Para el abono de Sevilla es previsible – ante la ausencia de los cinco desertores (¿y solidarios? ) -, prima facie, que exista un desencanto inicial en el aficionado, que además de venir motivado por la escasez de referencias, se une principalmente por la secuencia de noticias que vamos conociendo sobre la confección del abono, en el sentido de que algún profesional venga dos, tres o hasta cuatro tardes por el mero hecho de pertenecer a una casa empresarial importante o una coyuntura social o fáctica que cause un poco de recelo inicial en el público silente y resignado.
Lo que provoca cierta preocupación en el aficionado es que en un abono donde existen ausencias destacadas, pero renunciables, se incida en la reiterada formula de la repetición a toreros que con una tarde, si me apuran hasta dos, serían título suficiente para ver su tauromaquía. Con aquello podriamos aprovechar el escalafón para “premiar” al aficionado, y ver a profesionales que pueden provocar cierta ilusión a la afición de Sevilla.
No puedo estar más conforme en que ciertos toreros, y que tienen reconocido su mérito y capacidad con hechos de la pasada temporada, actúen de manera reiterada en la Feria porque así lo han ratificado en otras plazas, pero existen otros profesionales – omito sus nombres hasta que sean oficiales los carteles – que por mucho que le doy vueltas no encuentro una explicación más o menos objetiva sobre esa «gratificante» reiteración en el abono.