José Luis Moreno perdió la gloria con la espada en la feria de Córdoba, después de torear a gusto al mejor lote de la corrida de Juan Pedro Domecq. Morante lo bordó con el cappote y Manzanares cortó una oreja de poca entidad.

Plaza de Córdoba, 4ª de Feria. Tres cuartos de plaza. Cinco toros de Juan Pedro Domecq y uno, tercero, de Parladé, desiguales de presencia y juego. Buenos, primero, cuarto y sexto.
José Luis Moreno, verde y oro, dos pinchazos y estocada atravesada (saludos). En el cuarto, cinco pinchazos y estocada (saludos).
Morante de la Puebla, tabaco y oro, pinchazo y estocada (silencio). En el quinto, estocada caída (saludos).
José María Manzanares, azul marino y oro, pinchazo y media estocada (silencio tras aviso). En el sexto, media defectuosa (una oreja).

Carlos Crivell.- Córdoba

Era un cartel señalado por el arte de los espadas. También le llamaron el de las tres ‘M’, Moreno, Morante y Manzanares. Era el cartel de la feria de Córdoba y lo sabía la plaza. Al final, a la tarde le faltaron detalles para ser completa, pero no faltaron momentos de torería excepcional que conjuntaron una buena tarde de toros.

Faltó que la corrida de Juan Pedro tuviera un punto más de fuerzas o de casta. Salieron toros de gran calidad, como el primero, que embistió mucho a la muleta de Moreno; o el cuarto, más dulce pero de menos fondo; el mismo quinto, que le embistió al de La Puebla para que esculpiera el toreo más bello con el capote. Y el sexto, buen toro en la muleta. No todos fueron iguales; el segundo no tuvo fuerzas y el tercero desarrolló mala clase.

La corrida dejó recuerdos inolvidables, a pesar de que el balance de trofeos se antoja escaso. José Luis Moreno se dejó en la espada tres orejas. Se dejó la gloria de una tarde a hombros. Morante toreó de forma tan maravillosa con el capote que se le podía haber premiado. Alguna vez habrá que dar orejas por el capote. Manzanares se reivindicó a medias en el sexto.

Para Moreno fue una tarde de toreo grande y de pésima espada. Es la constante de su carrera. Tuvo la suerte de sortear el mejor lote, sobre todo en primero, al que le faltó un punto de fuerzas para ser de escándalo. Moreno toreó a placer por ambos pitones. Templó y se gustó en tandas preciosas. Fue una labor completa con la que pudo cortar las orejas si no falla con la espada.

Con el cuarto dio un curso de buen toreo con el capote. Se gustó en la verónica, llevó al animal en un hermoso galleo y quitó por delantales. La plaza era un clamor. Se lo brindó a Chiquilín. Embistió con clase el de Juan Pedro pero tenía poca casta. El torero cordobés toreó mucho sobre la diestra con buen gusto y se echó la muleta a la izquierda muy tarde. A pesar de ello, buena faena que tampoco acertó a rematar con el estoque. Nunca olvidará esta tarde Moreno, cuando se le escapó un triunfo de clamor.

Morante se hizo presente en el quinto con el capote. El segundo, toro atacado y sin cara, no le permitió desplegar nada de su tauromaquia, sobre todo porque no tenía fuerzas. El capote en manos de Morante vuela como en ningunas otras, juega la cintura y las muñecas con una elegancia distinta. El coso de Los Califas se alborotó ante tanta belleza. Pero el gozo de la muleta duró sólo unos ayudados a media altura y una tanda. Ni el torero apretó ni el animal aguantó, de forma que todo quedó a mitad de camino.

El toro de menos clase de la corrida fue el tercero. Nunca embistió por derecho y rebañó al final de cada muletazo. Toro, por tanto, poco agradecido, pero toro para medir a una figura. El de Alicante anduvo por allí y llegó a ligar algunos pases buenos. Faltó continuidad. La faena no tuvo soporte. No estuvo bien ni con la espada.
El sexto, blandito, fue algo más toro. Manzanares lo cuidó en línea al comienzo y se explayó con la derecha llevando al toro hacia adentro, es decir, como el mejor Manzanares. Se quedó colocado, ligó, llevó templado al de Juan Pedro y le puso su incuestionable estética. El Manzanares bueno, ahora también inteligente para torear al natural con pausa entre tandas. Los derechazos finales fueron explosivos. La oreja alivió algo la tarde, pero fue un trofeo menor. El damnificado había sido Moreno, que se fue andando al hotel.

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