Carlos Crivell.– Dos glorias del toreo sevillano, Curro Romero y Espartaco, fueron noticia en la jornada de ayer jueves. El primero recibió el premio del diario ABC. Lo único que sorprende es que el periódico haya necesitado quince ediciones de este galardón para concedérselo a Romero. Nunca llega tarde, pero es llamativo que en una nómina de distintos toreros de entidad variable no estuviera con letras de oro el nombre del Faraón.  Bienvenido sea el premio, aunque sea tardío.

Lo de Espartaco en el Ayuntamiento fue algo inolvidable. De nuevo, la figura inmensa del torero de Espartinas llevó un nudo a la garganta de los presentes en unas palabras de agradecimiento, dictadas sin ningún guion escrito, en las que se vació de manera rotunda, con la emoción a flor de piel, sincero, entregado, con dos momentos especiales, el primero cuando recordó su decisión de torear en Sevilla el 5 de abril; el segundo, cuando contó cómo le iba a dedicar este premio al toro de sus campos ganaderos, porque es a quien se lo debe todo. Al torero se le saltaron las lágrimas, a los presentes una congoja les atenazó el pecho. La ovación fue de las que hacen época. Fue un acto perfecto. Gracias y enhorabuena al Ayuntamiento de Sevilla. Gracias Espartaco, porque de nuevo nos levantó de los asientos conmovidos por una manifestación tan contundente de amor por la Fiesta y por Sevilla.

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