Luis Carlos Peris.- Dentro de la ensalada de actos que en estos días lustran el toreo, hoy se celebra uno al que se va a favor de querencia por la dosis de generosidad que rezuma. Es el premio que Ramón Vila instituyó en recuerdo de su padre, el eximio doctor Vila Arenas, y que reconoce el arte y el compañerismo en el mejor de sus registros. Se trata de premiar el quite más artístico y también el providencial, ese que se da para evitar un percance del compañero. Y cuando camina hacia la cuarentena, con el recuerdo de aquel primero que se llevó Curro Romero por su actuación en la Feria del 80, nos vamos de Curro al que debiera ser considerado su sucesor en el trono de Sevilla, Morante de la Puebla. Junto a él, el jerezano Jaime Padilla por el quite providencial en un acto que, como es habitual, reúne muchos puntos de encuentro con principal significación el del amor de Ramón a su padre.

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