Carlos Crivell.- En esta temporada tan especial dentro de un año ‘horribilis’, cada corrida de toros celebrada se ha convertido en un acontecimiento especial. Han sido tan pocas las corridas que todas y cada una de ellas han sido una cita de gran trascendencia. Esa importancia ha venido marcada por la retransmisión por televisión, porque de otra forma todo habría sido diferente. De nuevo quiero poner en valor la decisiva aportación del canal Toros de Movistar, así como de Canal Sur y del Canal de Castilla-La Mancha.

Han sido muy pocas corridas, la mayoría en plazas de tercera, solo una en plaza de primera, pero el aficionado ha estado más pendiente que nunca de lo que pasaba en el ruedo. Se ha destacado que ha sido un año de toros buenos, pero es la consecuencia de que el toro de plaza de tercera suele embestir más que el toro de plaza de primera. Siendo importante lo del ganado, me parece que ha sido el año en el que se ha impuesto el toreo bueno sobre la vulgaridad.

A estas alturas de mediados de octubre, hay faenas grabadas en la retina de todos. Son las de Juan Ortega en Linares y Jaén, la de Finito de Córdoba en Antequera, y la de Morante de la Puebla en Córdoba. Es decir, tres toreros de arte y calidad suprema se han erigido como los emblemas taurinos de este año catastrófico. Y hay que permanecer atentos porque en El Bosque puede continuar la racha en las corridas de la gira que se anuncian los días 31 de este mes y el 1 de noviembre. Junto a David de Miranda y Rafa Serna, estarán Diego Urdiales y Pablo Aguado.  Pienso que será difícil que no volvamos a saltar de gozo ante el toreo bueno de alguno de estos matadores.

En un año calamitoso, muy corto en festejos, se ha filtrado todo y sobresale el toreo eterno, el que se realiza con ese barniz del arte, el que nos han brindado Ortega, Finito y Morante, hasta el punto que otras faenas de otro calado aparecen difuminadas en la memoria. La de Ortega en Linares fue un prodigio de elegancia y naturalidad. En Jaén lo confirmó con mayor rotundidad si cabe con un toro de Victoriano del Río. Lo de Finito en Antequera es la demostración de que quien tiene los fundamentos siempre puede ponerlos de nuevo sobre la mesa, aunque muchos parecían que se habían olvidado de la calidad de Juan Serrano. Lo de Morante en Córdoba ha sido un impacto brutal, porque no solo ha estado magistral en su versión como artista, sino que sorprendió con unos arrestos de valor que tampoco eran conocidos por todos, aunque era ya más que sabido que el de La Puebla tiene un valor fuera de lo normal.

El arte ha florecido en un año marcado en negro. En asuntos taurinos, nadie olvidará estas obras firmadas por estos toreros. Y repito que atentos a lo que puede ocurrir en El Bosque.

A %d blogueros les gusta esto: