Maestranza_nocturnas_llenaCarlos Crivell.– No hace falta insistir en la gran noticia que supone el casi lleno en la final del ciclo de promoción. Es la consecuencia de una política de precios adecuada, la vista gorda en la entrada de comidas y bebidas y que dos novilleros de Sevilla hayan logrado concitar el interés de la afición, con especial repercusión en un público joven al que hay que captar para que siga acudiendo al coso sevillano.

Pablo Aguado y Rafael Serna se han llevado los honores, aunque no hay que olvidar a quienes, aún jóvenes, también han logrado este año atraer a la plaza a muchos espectadores, tales como Borja Jiménez, Carlos Corradini y otros. Esta notable repercusión de los festejos con valores nuevos tiene un soporte fundamental: la buena publicidad que los medios han prestado a estas novilladas.

De la final hay que hacer algún comentario además de lo reflejado en la crónica. A pesar de las dos orejas cortadas, el público esperaba más trofeos. No faltó la emoción de la disposición de los toreros, entregados de principio a fin, pero hubo una cierta decepción ya que no pudieron volver a poner de manifiesto las cualidades que se dejaron ven en sus primeras actuaciones. La novillada de El Parralejo exhibió casta y movilidad, a veces muy molesta, y no permitió el toreo relajado. A pesar de la mansedumbre y algunas dificultades, el debut de Pepe Moya ha sido positivo.

Aguado tiró por la calle de la emoción ya que en pocos momentos pudo torear a gusto. Se comprobó en el saludo al cuarto con cinco faroles y media enorme. Su noche fue desigual, algunos muletazos fueron sensacionales dentro de un nivel de intermitencia muy acusado.

Rafael Serna estuvo por debajo de su primer festejo. Aún así no se entiende por qué no le concedieron la oreja del segundo, no tanto por méritos sino por petición mayoritaria. La oreja de Aguado en el primero ya fue algo blanda y a José Luque debió preocuparle que se disparara la euforia de las orejas. Dejó buenos detalles sueltos y volvió a matar con decisión. Su lote fue áspero en conjunto.

El extremeño Carballo fue un torbellino de valor y denuedo, algo que es mucho pero que no es todo. Se fajó con entrega y lo puso todo de su parte para buscar el triunfo. No procedía la vuelta que se dio en el tercero, al menos no es lógico después de hacer guardia al novillo. El factor local no le pesó, fue tanta su disposición que se ganó al respetable.

El jurado, cuatro miembros, votó a final. Lograron dos votos Aguado y dos Carballo. Dice la nota que votaron de nuevo y uno de los que votó a Carballo se pasó a Aguado. Podría contar lo que votó cada uno de ellos. Incluso creo que acertaría con el nombre del que cambió el voto. Como se entenderá, es una falta de criterio votar primero a uno y luego modificar su primitiva opinión. En esta novillada no era fácil elegir a uno como el mejor. De todas formas, en mi opinión, Aguado es justo ganador porque en el cómputo de sus dos novilladas es el que mejor ha toreado. Y si ha sido quien mejor ha toreado, en mi opinión, pues es justo ganador. Dicho ello sin menoscabar los méritos de Rafael Serna y Juan Carlos Carballo. Lo mejor, el ambiente, la gente, las ganas, las comidas y la ilusión recuperada. Hay que insistir por este camino.

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