Carlos Crivell.- El indulto de Valencia ha desatado opiniones enfrentadas. Los aficionados debemos tener las cosas claras, por mucho que uno de los ingredientes básicos de nuestra afición sea la discrepancia en los juicios. A pesar de ello, hay cuestiones fundamentales que todos los que amamos el toreo, y luchamos por su supervivencia con pureza e integridad, deberíamos estar de acuerdo. El toro indultado en una plaza de primera debe ser excepcional. Entiendo que ahora alguno quiera recordarme algunos indultos en otras plazas a toros que no fueron excelentes. El toro ‘Pasmoso’ fue bueno, pero no remató en todos los tercios con la categoría que se le debe exigir al indultado.

Era evidente que después de la vuelta al ruedo concedida al toro cuarto del festejo final de Fallas, un despropósito absurdo, por pura comparación había que indultar al sexto, por mucho que un error no se deba tapar con una desmesura. El indulto de Valencia se justifica como una manera de elevar la magnificencia de la Fiesta ante los momentos delicados que está viviendo. La emoción de verdad se consigue cuando a la plaza sale un toro bravo y encastado en los tres tercios. No me parece correcto tapar la realidad de nuestras corridas de toros con indultos improcedentes.

El indulto se ha convertido en un arma publicitaria. Para el ganadero agraciado supone una inmensa publicidad a la que, en buena lógica, no están dispuestos a renunciar. Por ello entiendo la euforia de Justo Hernández en sus declaraciones tras el perdón. Lo entiendo, aunque me hubiera gustado que nos contara su malestar con la vuelta al ruedo a un toro gazapón al que El Juli toreó de forma excepcional.

El futuro no pasa por quitarle la esencia y el fundamento a las corridas de toros. La suerte de varas está aniquilada y nadie protesta. Se cría un toro para una faena de muleta. El toreo se está amontonando en miles de pases sin naturalidad. No olvidemos que la mejor defensa de la Fiesta es la propia corrida con toros íntegros, bravos y encastados ante toreros capaces, valientes y artistas. El futuro no es indultar a destajo a todo lo que se mueva, sino que pasa por la lidia que realicen buenos toreros a reses extraordinarias de principio a fin.

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