El pasado sábado se presentó en público Pepe Luis Vázquez López, nieto de Pepe Luis, en una clase práctica en Miraflores de la Sierra, acompañado por Gonzalo Bienvenida. De la página www.teinteresa.es recogemos el siguiente texto:

Había un ambiente especial este sábado en los alrededores de la preciosa placita de toros -una hermosísima combinación de piedra y ladrillo- de Miraflores de la Sierra. Hasta las estribaciones de los grandes puertos madrileños se desplazaron muchos buenos aficionados a la caza de un puñado de nostalgia y, claro está, de otro buen ramillete de razones para la esperanza. Hacían su debut en público los nietos de dos de los toreros más puros de la historia. Los hologramas de Pepe Luis Vázquez y Antonio Bienvenida se pasearon por la sierra de Madrid de la mano de los últimos proyectos de toreros de la estirpe. Nadie salió decepcionado.

A los nietísimos les reservaron los dos últimos añojos de una clase práctica marcada por la falta de fuerzas de los animales de Narros de Matalayegua. A Pepe Luis le correspondió uno algo reservón e incierto que fue a más lo suficiente para que el chaval dejara el sello de la casa con un toreo tremendamente puro y natural, a veces también alado, como el de su abuelo y su tío del mismo nombre. Algunos naturales fueron sencillamente inconfundibles, por largos, templados y relajados. El recuerdo del recientemente fallecido abuelo lo impregnó todo. Livianito de tipo y rubito como los de su estirpe, el nieto se lió luego con la espada. Pero aquello fue lo de menos.

Si lo añojos se les quedaron chicos a todos los chavales, que estuvieron sobrados, el contraste fue extraordinario en el caso de Gonzalo Bienvenida. Altísimo y muy grueso para su edad, el nieto de quien Gregorio Corrochano afirmó  que era el dueño del mejor de los toreros parecía un gigante frente a un animalito noble y escasísimo de fuerzas que permitió a Gonzalo hacer un toreo de altos vuelos, fácil y de altísimo concepto. Hubo redondos y naturales buenos y los remates fueron muy bellos.

A la faena le faltó la emoción que negaba la fragilidad del bicho, pero permitió ver el concepto del último Bienvenida, que como era habitual en su abuelo repartió sonrisas por doquier. Los dos toreros de dinastía acapararon todo el protagonismo, pero un chaval bajito y esforzado llamado ‘El Moli’ se sumó a la fiesta y José Aguilera dejó apuntes de alta escuela con el capote.

Habrá que ver a los nietísimos afrontado empresas mayores, pero el esbozo de toreo que dejaron en el ruedo serrano de Miraflores no dejó en el aire ni una duda de la procedencia de las nuevas ramas del tronco del que emana el toreo más clásico, el mejor de los toreros. Suerte para todos en una carrera que no ha hecho más que empezar.