PerisLuis Carlos Peris.- Monocorde, desde San Juan a Iturrama, desde Santo Domingo a Pablo Sarasate o a Estafeta sonaba el «pobre de mí» y era el momento de resumir lo ocurrido a través de diez días de fiesta y de toros en el coso de Pamplona. Y el resumen es que el jolgorio sigue en perfecto estado de revista, pero no así el que fuese su hilo conductor, su argumento, la corrida. La corrida, en estos sanfermines, no ha dado la talla. Con lo difícil que es darse de cara con el aburrimiento en la Monumental pamplonesa y resulta que el tedio ha abundado por mucho ruido que hubiese alrededor. Toros desmesurados hasta que aparecieron los garcigrandes desmochados para solaz de las pocas figuras que acuden hoy a la cita con Pamplona. Y toreros adocenados con excepciones que confirman una regla dolorosa, la de que esto se nos va de las manos ¿irremisiblemente?

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