Gran dimensión de Daniel Luque sin cortar orejas en El Puerto con una corrida mala de La Palmosilla. Rivera Ordóñez inédito y el Fandi muy profesional en sus actuaciones.
La Palmosilla / Paquirri, El Fandi y Daniel Luque
Plaza de El Puerto, 4 de agosto de 2011. Un cuarto de plaza. Seis toros de La Palmosilla, bien presentados y de mal juego en general, excepto el primero, encastado. El resto, con escasa calidad y muchos problemas.
Rivera Ordóñez, azul pavo y oro, pinchazo hondo y dos descabellos (saludos tras aviso). En el cuarto, cinco pinchazos y estocada trasera (división tras aviso).
El Fandi, negro y oro, pinchazo y media caída (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos).
Daniel Luque, rosa y oro, metisaca y estocada trasera (saludos). En el sexto, estocada (saludos).
Carlos Crivell.- El Puerto
Tres toreros en El Puerto con tres estilos diferentes no lograron llevar al coso más que un cuarto de plaza, unas tres mil personas, lo que viene a poner de relieve el momento delicado que vive la fiesta de los toros. En el balance de esta corrida no hay triunfos llamativos, algo que se podrá achacar al mal juego de la corrida de La Palmosilla. Y es cierto, el lote de toros que se jugó fue malo en conjunto, sobre todo por la mínima calidad exhibida, pero aún así a esos toros hay que torearlos. Son preferibles los toros de La Palmosilla con problemas que los inválidos descastados que proliferan por los ruedos.
No se trata de salvar a la divisa, que con este festejo lidiado en El Puerto tendrá difícil acceder a las corridas de lujo de las ferias, porque ya se sabe que el boca a boca dirá que la de La Palmosilla fue muy mala. Pues siendo mala, sacando en algunos momentos intenciones nada claras, a los toreros se les debe exigir que anden de otra manera. Sólo Daniel Luque se justificó de verdad.
El toro de la corrida, el mejor o el menos malo, fue el primero. El animal salió de manso y acabó embistiendo mucho y bien. Francisco Rivera le hizo una faena larga, aseada y templada, carente de emoción porque no se metió en los terrenos del toro. Abusó del torero distanciado y así es muy complicado que el personal se emocione.
En el cuarto puede estar justificado. El toro derribó en la primera entrada y recibió un castigo desmesurado en la segunda entrada. Con el público enfadado, Francisco colocó cuatro pares de banderillas de forma irregular con el detalle de poner un cuarto porque el tercero resultó fallido. En la muleta fue malo de verdad. Nada que objetar al torero, salvo que lo mató de forma pésima.
El quinto fue un toro de esos que se llaman interesante, al menos se movió mucho y con alta velocidad. El Fandi, que había cuajado un excelente tercio de banderillas, no acabó nunca de estar a gusto delante del astado, aunque le dio pases desiguales. El toro pesó mucho; sólo el oficio comprobado del ganadito solventó la papeleta. Fue un toro malo, áspero y correoso, cierto, pero de una movilidad llamativa aunque acabara rajado en tablas. El Fandi cumplió muy habilidoso. Se pidió la oreja sin motivo y el palco la negó. Esta presidente es valiente de verdad.
Antes, con el muy difícil segundo, Fandila no había pasado de discreto. Ese segundo fue brusco y violento. El torero no se dio coba.
El que estuvo bien de verdad fue Daniel Luque en el tercero, otro animal mirón y gazapón que no se dejó torear, pero al que el joven torero le hizo una faena valiente adobada de muletazos preciosos. Ya en los lances de salida había jugado los brazos de forma perfecta. Fue la demostración de que a un toro malo se le puede hacer faena, sólo basta que haya un torero ambicioso y con la clase del de Gerena.
El sexto era una mole mansurrona con cerca de seiscientos kilos. Tenía un punto de nobleza y Luque, que volvió a dibujar verónicas de un regusto diferente, toreó con ese don especial que adorna a los toreros buenos. A un toro de una o dos arrancadas potables, Luque le fue robando pases, algunos muy bellos, otros más espesos, pero todo con una entrega admirable. Gran dimensión de Daniel Luque con dos toros birrias.