Carlos Crivell.– Buena novillada para abrir la temporada en El Puerto. Lama indultó a un novillo de Torrestrella de nombre Costurero, mientras que Garrido demostró sus buenas condiciones de torero. Lo menos bueno fue la entrada y la muerte al rematar en un burladero del sexto, lo que impidió que José Ruiz pudiera torearlo.
Plaza de toros de El Puerto de Santa María. Novillada de abono, 20 de julio de 2014. Menos de media plaza. Seis novillos de Torrestrella, correctos de presentación de juego variado. Más encastados el 2º y 4º. Extraordinario el 5º, de nombre ‘Costurero’, nº 80, de 470 kilos, que fue indultado. Saludó en banderillas Fini.
José Garrido, de grana y oro, pinchazo y tendida que asoma (saludos). En el cuarto, estocada caída (dos orejas).
Lama de Góngora, de celeste y oro, estocada caída (uan oreja). En el quinto, novillo indultado (dos orejas y rabo simbólicos).
José Ruiz, de tabaco y oro, estocada caída (silencio). En el sexto, silencio al morir el novillo antes de la faena.
El cartel lo componían tres novilleros interesantes. Garrido mantiene un buen nivel en esta temporada antes de su compromiso en Bilbao. Era necesario presenciar la evolución de Lama en este año crucial para su futuro. Y era toda una incógnita José Ruiz, sobrino nieto de Curro, que después de su aparición en Sevilla no había vuelto a ponerse el traje de luces. Este interés no se vio reflejado en la asistencia a la plaza. No se entienden las quejas de los aficionados sobre la falta de novilladas. La de El Puerto era de lo mejor que puede ofrecerse en estos momentos y ahí queda que el coso portuense no vio muy concurrido.
Álvaro Domecq mandó una novillada bonita de hechuras, algunos eran toritos, aunque cómoda de cabeza. Solo el magnífico juego que ofreció el quinto se salva la novillada, donde hubo un poquito de todo. Ese quinto fue una máquina brava de embestir.
Lama demostró en El Puerto que no está estancado. El novillero que ilusionó a muchos sigue en órbita. Su faena al segundo fue la de un torero con más oficio y con menos detalles de arte como los que ha prodigado tantas veces. Se ganó una oreja justita por su entrega y porque lo mató con prontitud.
Pero fue en el buen novillo quinto donde el sevillano realizó la gran faena de la tarde. Se había lucido en los lances del saludo. El novillo no se cansó de embestir con fijeza y bravura. A tal novillo, una faena grande de Lama con muletazos enormes por la forma de citar, por cómo embebió al novillo y la forma de vaciarlo por abajo. Todo lo hizo por abajo. Ahora la plasticidad ganó sitio contra la técnica. El toreo al natural fue bellísimo. Los adornos con trincherillas, pases del desprecio, molinetes, de la firma, todo fue un conjunto de una belleza que nos reconcilia con nuestra afición. El público, emocionado con las embestidas encastadas de ‘Costurero’, comenzó a pedir el indulto. Mientras, Lama seguía toreando a un colaborador tan excelso y el público vociferaba en petición de un indulto que la presidencia tardó en otorgar, pero que finalmente hizo justicia a la bravura de ‘Costurero’.
José Garrido mantiene sus constantes reconocidas. Tiene el oficio más que aprendido, es un torero inteligente y está en la cara de las reses con suficiencia, la que le proporciona su amplio recorrido. Tiene tanta técnica que a veces no facilita que se aprecian las condiciones de sus oponentes. En el primero, novillo parado y que dio muchos cabezazos, Garrido anduvo suelto luchando contra el viento. Su labor no pudo alcanzar mucha altura.
El cuarto fue de los que se dejó más en la muleta. Lo citó en el centro y se olvidó de sacar los brazos, motivo por el que estuvo a punto de sufrir una voltereta. El extremeño sacó su casta y volvió a citarlo de la misma guisa para pasarlo tres veces por alto y rematar con la firma. En el toreo fundamental, Garrido tocó fuerte en los cites con la derecha. La faena transcurría con un nivel medio, la banda no había encontrado la ocasión de tocar el pasodoble, cuando fue cogido de forma aparatosa. Encorajinado, el chaval comenzó a torear bien por ambos pitones, poniendo sobre la palestra esa entrega que antes había tapado con un punto de frialdad. Con el efecto emotivo de la cogida, el ardor del torero y el toreo de cercanías final, la plaza pidió las dos orejas tras una estocada caída. La música seguía en el limbo.
José Ruiz no se acopló con el primero de su lote. No fue un novillo fácil. No se pudo saborear su estilo con el capote, el que en Sevilla nos recordó a su ilustre antecesor. El novillo cabeceó mucho y a Rui Muñoz le costó mucho encontrar la distancia. Algún natural suelto y poco más.
Salió con mayor soltura en el sexto. Ahora algunos lances, capote pequeño y tomado cerca de la esclavina, tuvieron sabor a romero. Galleó por chicuelinas para llevarlo al caballo. Y quitó por verónicas, otra vez con estilo propio. Nos las prometíamos muy felices, pero el destino era esquivo. Mientras José Ruiz brindaba, el novillo remató en un burladero y quedó tumbado en el ruedo. Fue preciso apuntillarlo. Fue un final desagradable en un festejo marcado por el encuentro de Lama y el novillo de Torrestrella llamado ‘Costurero’.