Carlos Crivell.- Corrida de matices en el Puerto. Poca gente, cartel muy trillado, corrida de tres y tres y una terna con variedad y por encima de lo que se podría esperar. Algunos momentos de Padilla, las verónicas de El Fandi y los naturales de Fandiño justificaron la tarde. Además, un fandango.
Plaza de toros de El Puerto. 27 de julio de 2014. Un cuarto de plaza. Seis toros de Núñez del Cuvillo, justos de presencia, flojos y descastados, aunque nobles en general. Mejores el quinto y el sexto.
Juan José Padilla, de rioja y oro, pinchazo y estocada baja (saludos). En el cuarto, pinchazo y estocada (una oreja).
El Fandi, de nazareno y oro, estocada baja y tendida (saludos). En el quinto, estocada tendida (una oreja).
Iván Fandiño, de grana y oro, estocada baja y descabello (saludos). En el sexto, estocada caída (una oreja).
La tarde era plácida, incluso fresquita, el cartel no era novedoso, pero era la plaza de El Puerto, la de la famosa frase de Joselito, así que era un día para ir a los toros. La realidad se encarga de poner las cosas en su sitio. En la calle, durante todo el festejo, un grupito tocaba los pitos y vociferaba en contra de las corridas. Sobre el ruedo, en lugar de una corrida de toros pidiendo toreros, una corrida con toros simbólicos. Lo de Cuvillo anda en tierra de nadie. Los que saltaron al ruedo de El Puerto, alguno como el tercero era un novillo por hechuras, fueron un conjunto simplemente noble, pero con pocas fuerzas la casta justa. Al final, quinto y sexto salvaron el honor de la divisa.
Fue una tarde musical. Cuando Padilla iniciaba la faena al cuarto, una espectadora en la barrera, un fandango le cantó. El de Jerez estaba en la cara del toro de rodillas y esperó a que acabara el cante para seguir su faena. Resultó emotivo y vistoso. En esta faena al cuarto Padilla puso sobre el albero todo su bagaje de toreo bueno y también del espectacular para entretener a las masas. Toreó bien con el capote a sus dos toros. Cuajó dos tercios de banderillas muy completos, de lo mejor que se le ha podido presenciar este año en este tercio.
La faena al cuarto, el toro del fandango, noble y de duración limitada, tuvo fases de toreo de buen trazo tanto con la derecha como al natural, para acabar de rodillas y con desplantes para que se calentara la plaza. La banda se había encargado de poner su cuota correspondiente al tocar un Dávila Miura más que sonoro. La oreja, a pesar de un pinchazo, tuvo justificación.
Al que abrió plaza, un toro muy soso y flojo, probablemente lastimado, tras lucirse con capote y banderillas, apenas le pudo dar algunos pases ligados.
El Fandi tropezó con otro animal sin vida en primer lugar. También ha sido de las tardes en las que el de Granada ha cuajado dos tercios de banderillas más estimables de lo habitual. Además de variedad y exposición, ha clavado con menos ventajas y la plaza se lo ha agradecido. De cualquier forma lo más celebrado fue de nuevo cuando para al toro corriendo marcha atrás, que es lo menos meritorio del tercio.
Al primero le ha hecho una faena simplemente correcta. El animal era un prodigio de bondad, sosería y falta de fuerzas. No era fácil interesar al respetable a base de derechazos.
Con el quinto se ha venido arriba El Fandi. Ha cuajado al toro a la verónica. Los lances de David Fandila no le tenían que envidiar a los de los mejores capoteros de siempre. Jugó los brazos con ritmo, lentitud y buen gusto. Un placer de buen toreo. Era El Fandi, no hay ninguna duda. El mismo que entendió a la perfección al buen toro quinto, al que templó en una labor de matices variados. Regaló fiesta a los que quieren fiesta en los rodillazos, molinetes y demás adornos. Y le ofreció al aficionado tandas de derechazos limpios, largos y de buen gusto. Por encima de todo, la seguridad técnica y el detalle de torear asentado, algo que en otros años le faltaba con frecuencia al de Granada. El toro fue bueno pero de duración justa.
Iván Fandiño toreó bien al natural al pequeño tercero, noble de y poco gas. En la plaza, junto a las banderas españolas, una ikurriña en honor del diestro de Orduña. No es nuevo, es costumbre en esta plaza. Fandiño toreó de forma plácida y confiada. Algunos naturales ceñidos lograron el visto bueno de la plaza. Pero era muy poco toro para tan bravo espada.
El sexto fue el otro toro bueno de la corrida, aunque no era fácil. Lances al delantal muy apretados en el saludo. El toreo con la derecha, tomado el toro a distancia, fue bueno aunque con ritmo de vértigo. En distancias cortas protestaba. Casi todo lo hizo con la derecha. Los de pecho para abrochar las tandas, de pitón a rabo, lo más logrado. La oreja hizo justicia a su tarde.