Morante realizó dos faenas enormes en El Puerto, pero falló con la espada. También El Juli marró con los aceros y perdió otro triunfo. Cayetano, discreto com dos toros de Hermanos Sampedro muy buenos. 

Plaza de El Puerto, 8 de agosto de 2010. Tres toros de Zalduendo, dos de Hermanos Sampedro, primero y segundo, y uno de Parladé, tercero. Bien presentados los de Sampedro, terciado el de Parladé y lavados los de Zalduendo. Bravos y nobles, los de Sanpedro, Manso el de Parladé. Noble el cuarto de Zalduendo. Quinto y sexto, sin fuerzas. Y deslucidos. Saludaron en banderillas Rafael Cuesta, Carretero y Joselito Rus.

Morante de la Puebla, de tabaco y oro, media trasera y tres descabellos (saludos tras aviso). En el cuarto, dos pinchazos y estocada corta trasera (vuelta al ruedo tras aviso).
El Juli, de tabaco y oro, cinco pinchazos y estocada baja (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada trasera y atravesada (palmas).
Cayetano, de verde hoja y oro, pinchazo y media tendida (saludos tras aviso). En el sexto, estocada (saludos)

Carlos Crivell.- El Puerto

Entran escalofríos al pensar que esta corrida estuvo a punto de no celebrarse. Pero no podía ser que la afición congregada en la plaza portuense se quedara sin contemplar la maravillosa tarde de toros vivida, probablemente una de las más completas del año. Dos toreros de cuerpo entero dieron un recital, Morante y El Juli, con mención especial para el primero, que dio un curso completo de toreo grande. Y todo ello, a pesar de que se lidiaron toros de tres ganaderías.

La tarde fue un recital de toreo permanente que no tuvo remate en la suerte suprema. Sólo así se puede entender que el balance de trofeos sea nulo después de las emociones vividas.

Morante escribió una página de oro de las que nunca se olvidarán. Dejando a un lado su penosa actuación con el estoque, todo lo que hizo el de La Puebla fue de oro puro. No es fácil contar sus verónicas al primero, lentas, suaves y cadenciosas, que en el quite aún tuvieron más altura, todo ello con medias de ensueño.

Morante se encontró en primer lugar con un buen toro de Hermanos Sampedro, bravo y noble, y sobre su calidad esculpió una obra genial. Primó la lentitud en cada muletazo. Toreó más por el lado izquierdo en tandas en las que ligó sin perder un paso. En un remate fue derribado, no pasó nasa. Se levantó y siguió con la derecha, más despacio, con más gusto, con más armonía. Toreo eterno, de los que levantan al aficionado de sus asientos conmovido ante tanta belleza. Y luego, su arsenal de remates con trincherillas, de la firma y de pecho. Faena de dos orejas que desperdició con la espada.

No contento, en el cuarto volvió a sorprender en una faena inesperada, porque era otro toro. Al final, a base constancia y firmeza, enjaretó otra faena de perfiles inmensos. Toreo ligado en redondo con la derecha, naturales largos y sentidos, siempre con el torero muy seguro, ahora con valor para que el animal mejorara sus prestaciones. Otra faena de clamor, que no acertó a firmar con la espada. La plaza, enardecida, pidió la oreja, no pasaba nada por que se la hubieran concedido, pero Morante no tiene suerte con el palco de El Puerto. La vuelta duró una eternidad, nadie quería que Morante terminara su paseíllo triunfal después de una demostración de toreo tan grande.

El Juli salió a triunfar en respuesta a lo mostrado por su compañero. El segundo, otro buen toro de Hermanos Sampedro, le permitió realizar una faena de calidad muy propia de su tauromaquia. Enceló al astado y lo llevó medido, largo y templado en tandas cada vez más compactas, siempre con el toque justo y ligando sin moverse del sitio. Otra faena de premio grande, pero un torero tan seguro, que nunca falla con al espada se permitió el detalle de pinchar cinco veces.

El quinto, toro muy flojo de Zalduendo, quebró la racha de la corrida. El animal no podía con su esqueleto y El Juli tiró por el camino de cortar la faena y matar, de nuevo bastante mal.

Fue meritoria la forma de encarar Cayetano la faena del tercero, El de Parladé fue mansito y se rajó pronto. Cayetano comenzó de rodillas con muletazos muy templados y mandones. Siguió con tandas por la diestra en las que predominó la firmeza, ahora se lo pasó más cerca y su labor fue más que estimable, aunque el animal acabó rajado en tablas.

Brindó el sexto a sus compañeros de terna en un bello detalle. Su labor careció de ligazón y ajuste. El animal pedía un cite más cruzado y algo de menos desplazamiento en cada muletazo. Con pases de uno en uno, acabó aburriendo a la plaza. El toro de Zalduendo era ni chica ni limoná. La plaza estaba paladeando el toreo de Morante, y torear después es un problema muy comprometido.

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