José Luis López.- Los toros navarros, hermanos de los criados en los Pirineos son en general toros pequeños, pero de mucha sangre y bravura. No hay exactitud en los orígenes, pero se piensa que fueron introducidos en España por los Celtas, que se establecieron en el norte de Navarra y Aragón. Otros sitúan su origen como ganadería, en el siglo XVI, con la misma procedencia navarra y de la orilla izquierda del Ebro, en Zaragoza. Algunos estudiosos del tema, están de acuerdo en señalar a la casta Navarra, como la más antigua de la península Ibérica, basándose en las noticias que indican que en 1.388, se corrieron toros en Pamplona de un ganadero llamado Juan Gris. Otros documentos certifican numerosos festejos celebrados en el siglo XV, pero hasta pasada la denominada Edad Media, no se tienen conocimientos de la raza Navarra, organizada como ganadería. En 1.690 se lidian toros en Pamplona a nombre del Marqués de Santacara, siendo este el creador de la primera ganadería de casta Navarra, de la que derivan todas las demás de esta demarcación.

Su falta de trapìo, estaba compensada por su temperamento, pero aquello no fue suficiente para seguir conservando la casta en su total pureza, pues las reses eran rechazadas por su pequeñez. Así, hasta los ganaderos más enamorados de este singular animal, tuvieron que cruzar sus toros con otras razas que le proporcionaran más presencia. Estos cruces produjeron excelentes productos.

Sus caracteres diferenciales eran tan fijos, que incluso alejados de sus medios, perduran con tenacidad. Hay un ejemplo curioso que lo certifica: “en el siglo XVI, Juan Gutiérrez Altamirano, primo de Hernán Cortes, al que acompaño en la conquista de México, abstuvo en el repartimiento, el pueblo mexicano de Calimaya y otros anejos, en el valle de Toluca, formando la gran hacienda de Atenco. Para poblarla hizo llevar, autorizado por el emperador Carlos V, doce pares de toros y vacas, seleccionados de Navarra, que fueron la base de la famosa ganadería de Atenco, que ha perdurado con éxito hasta nuestros días, estando catalogada como la primera ganadería del mundo, anunciada como tal”.

Los toros navarros son de gran movilidad, ágiles y codiciosos, resabiados y con sentido, difíciles de lidiar. Presentan capas coloradas en sus distintas variedades: melocotón, jijona y retinto, apareciendo también el castaño oscuro y el negro.

La casta Navarra, subsiste hoy, gracias a los encierros y otros festejos menores, pero no es apta para el toreo actual.

Se puede encontrar algo de la Casta Navarra, en las ganaderías de Montalvo, Ramón Sánchez y la portuguesa de Condessa de Sobral, aunque todas ellas cruzadas con sangre de Casta Vistahermosa.

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