Espartaco_2015Juan Antonio Ruiz “Espartaco” vive sus primeras horas después de la emocionante jornada vivida en la plaza de toros de Sevilla el Domingo de Resurrección. El torero quiere insistir que “ahora he vuelto a mi normalidad, que es ocuparme de mis cosas y de mis hijos”. Y lo dice cuando está en el aeropuerto acompañando a uno de ellos o va camino del Ave para llevar a otro. En esta vuelta a la normalidad, Juan Antonio aclara que “ya estoy más tranquilo, estoy disfrutando mucho, pero ya estoy tranquilo”.

El recuerdo de su tarde lo resume una frase: “todo fue superior a lo que me imaginaba”. En lo personal refiere que “fueron muchas emociones seguidas. Tenia mucha tensión acumulada, era un debut y una despedida, tenía mis dudas, pero la gente me empujó para estar más fuerte”. Destaca el paseíllo, “que fue el que he vivido con más intensidad en toda mi trayectoria, pero es que ya en la calle Iris era una legión de personas dándome fuerzas para superar el reto de la tarde”.

La tranquilidad le llegó en la plaza. “Estaba superado en todo momento antes de la corrida, incluso en la capilla, pero cuando salió en primero y me metí en el ambiente ya comencé a darme cuenta que podía saldar la tarde de buena forma”.

Su satisfacción y agradecimiento es absoluto. “El toreo me ha llevado en volandas en esta corrida. Todo el mundo me ha ayudado. La prensa ha estado entregada y a mi lado. Los ganaderos se han portado de forma fenomenal. Los toreros han estado pendientes de todos. La habitación de hotel se llenó de amigos. Algunas figuras han tenido detalles increíbles, como El Fandi, que me dejó su fundón de estoques, porque era mejor para mi mano ya que la tenía medio fracturada, aunque no he querido decir nada. Perera me regaló un novillo; Emilio Muñoz estuvo a mi lado en la habitación, a pesar de que anda convaleciente todavía de la lesión. He vivido una serie de experiencias personales que no podré olvidar en la vida. Es cierto que ha sido mi triunfo, pero todo el mundo me ha dado moral, como Juan José Padilla, a mi lado en la capilla intentando darme ánimos. Le decía, Juan José es que no tengo fuerzas. Me decía que para arriba, que en la plaza llegarían esas fuerzas. Ha sido algo que no podré agradecer nunca a tanta gente que me ha ayudado”.

Dicho todo esto con una voz cascada por la emoción, el torero se siente reconformado en el aspecto taurino. “El primero me ayudó mucho a estar tranquilo, tenía bondad aunque no transmitía mucho, pero intenté ponerle ese punto que le faltaba. Tenía la faena justa, pero fue un toro adecuado a lo que yo necesitaba”. El cuarto se fue a los corrales, “fue una pena porque tenía calidad pero pocas fuerzas”. Y salió el sobrero de nombre Cacareo.

El sobrero me hizo pasar un mal rato en una colada por el izquierdo al comenzar la faena. Entonce ya tuve que hacer un esfuerzo muy grande, porque yo no podía irme de los toros sin estar a la altura y devolver a esa plaza las demostraciones de cariño que me habían demostrado. Estaba obligado a exponer lo máximo y, mira, pues mereció la pena. La gente estuvo sensacional y todo lo que vino después es algo que soy incapaz de contar porque fueron muchas sensaciones todas muy bonitas”.

Y vuelve a repetir que “ahora tengo la tranquilidad y la felicidad de haber cumplido un sueño. Era prácticamente impensable este triunfo en Sevilla, pero ha llegado. Era impensable que me sucediera algo así en el albero de la plaza de Sevilla, que todo saliera así, tan redondo, desde el principio hasta el final. Imaginar tantas emociones y que todo fuese tan bonito… era difícil de pensar”.

Un final casi imposible pero que fue realidad y ante el que el torero hace una reflexión: “Cuando las cosas se hacen de corazón, sin forzar nada, sin pensar en lo económico o en la obligación de cortar las orejas, en esos casos todo suele salir bien. Y creo que así ha ocurrido en mi caso”.

Sigue hablando con el recuerdo a su padre, “que lo ha pasado muy mal”. Su familia, “que le apoyado pero también ha sufrido mucho”. De su hijo Juan, “que por fin me ha visto torear en Sevilla vestido de luces”. Y de Sevilla, “que lo ha sido todo para mí y que me ha hecho suya para siempre en esta ocasión”.

Y habla del brindis a Curro. “Sabía que Curro estaba en la plaza. Era su día, el Domingo de Resurrección, que he compartido con él muchas veces, tenía que brindarle por cómo se ha portado conmigo y por que ha sido para Sevilla y para el toreo. Curro es el estandarte de la Fiesta. Era un brindis al toreo en la persona de Curro Romero. Sabía que la plaza le iba a tributar una ovación muy grande y Curro se lo merece todo”.

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