Carlos Crivell.- La llegada de un año nuevo es siempre motivo de reflexión y también la ocasión para comenzar con nuevos proyectos. Es algo que ocurre en todos los sectores excepto en el mundo de los toros, que suele desaprovechar el invierno y nadie mueve nada para relanzar o modificar la actividad taurina. La pasividad de los protagonistas es llamativa. Prefieren mantener su status antes que intentar modificar algunos aspectos fundamentales para el futuro.

Este invierno es similar. Los primeros movimientos empresariales ponen de manifiesto que los grupos de poder siguen con la sartén por el mango; basta con ver algunos carteles anunciados y otros que verán la luz en pocas fechas. Siguen confeccionando carteles con vejas glorias que deberían dar un paso al lado de manera urgente, pero se amparan en el tirón del torero Andrés Roca Rey y así pueden colar a sus toreros. Por supuesto, no hay ninguna voz cualificada que se levante para poner el dedo en la llaga. Aquí no se torea por los méritos contraídos, sino porque el apoderado tiene mucha influencia. Resulta milagroso que aparezcan toreros nuevos, a los que, a pesar de todo, tratan de minimizar para que no interfieran en sus planes.

Organismos como la Fundación del Toro de Lidia siguen con su política, meritoria por otra parte, pero que les confiere un papel de organizadores de espectáculos taurinos que no les corresponde. La FTL es el estado del toreo. Es la organización pública frente a las empresas privadas. Está bien que asuman estos menesteres, pero se antoja que no es su misión.

De los toreros, banderilleros, picadores, mozos de espadas y otros profesionales no sabemos nada. Están en estado de reposo e hibernación. Nos comentan sobre la posibilidad de que no haya suficientes toros para plazas de primera, pero a ciencia cierta no sabemos nada. Los ganaderos son los mayores sufridores de una Fiesta encorsetada. ¿Alguien trabaja para asegurar la integridad de la Fiesta?

A pesar de que han cumplido de manera suficiente, la nueva televisión Onetoro sigue siendo un proyecto muy inestable. No nos engañemos. El aficionado quiere los mejores festejos de la temporada con comentaristas que defiendan el papel de quienes pasan por taquilla, en este caso también de quienes están abonados a la plataforma. Los toros deben estar en una televisión de acceso fácil y cómodo, que anuncie con tiempo qué ferias ofrecerá cada año, al tiempo que sea transparente en la composición de su staff y su economía.

Es decir, que comienza 2024 y no hay ninguna noticia que invite a levantar el ánimo de la afición. Mandan los mismos, que maniobran a su antojo para llevarse el grueso del botín. Todo ello con los grupos antitaurinos tratando de molestar todo lo que pueden y un Gobierno que nombra a un enemigo de la Fiesta como ministro. Es para atarse los machos.

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