Fernando Cepeda no tiene prisas ni como torero ni como persona. Está ya en ese momento en el que sabe que su experiencia es un valor absoluto. No tiene nada que demostrar, pero aún se pone las taleguillas con la ilusión de quien tiene un misterio que explicar. En el ruedo y en la calle, camina con firmeza. Parecía que ya tenía poco que contar, cuando unas cuantas corridas en la temporada pasada bastaron para ponerlo de nuevo en boca de todos. Es el poder de los que tienen la calidad como estandarte de su toreo. ¿Cómo se puede explicar que con cerca de veinte temporadas a cuesta Fernando Cepeda sea casi una novedad?

“La afición me valora ahora más porque ha podido verme más. En los últimos años me había vestido poco de torero y no sabían ni como andaba. El año pasado, que fue una buena temporada, toreé en muchas más plazas, hice faena en sitios con menos entidad pero en las que los triunfos tuvieron mucha repercusión. Recuerdo los casos de Cabra y Constantina. Empezó el comentario de que Cepeda estaba toreando bien y eso me proporcionó un buen ambiente. La temporada pasada ha sido la causa de que ahora haya empresas que quieren contar conmigo en los carteles”.

-Nunca ha sido un torero de cantidad, sino que siempre se ha medido mucho. ¿Cuál es su idea del tipo de temporada que le conviene en estos momentos?

– Es cuestión de seleccionar bien las corridas y de tener los pies sobre la tierra. No me pueden pedir que me anuncie en cualquier corrida de toros. El año pasado cuidamos mucho el toro. Este año intentaré seguir esa línea, que en realidad ha sido una constante en toda mi carrera. Siempre he tratado de torear corridas buenas, aunque entiendo que por ello he dejado de torear en muchas ocasiones. Además, con mi apoderado Juan Manuel Rodríguez Vélez, vamos a cuidar mucho los carteles y, naturalmente, las condiciones económicas. Está claro que esta tarea siempre está en función de la fuerza que tiene cada torero en cada momento.

– Entra tantos triunfos del pasado año, una vez más, Madrid fu la clave en su despertar. Siempre Madrid en la carrera de Fernando Cepeda.

– Es una realidad. Madrid siempre ha sido plaza fundamental en mi trayectoria. Es una plaza clave para todos los que nos vestimos de luces, pero mi relación con Las Ventas es muy especial. Allí tomé la alternativa, allí me siento siempre muy valorado y se me quiere de forma especial. Lo de la pasada temporada fue una demostración de lo que digo: toreé cuatro tardes y el nivel medio creo que fue alto.

– Madrid es clave para Fernando Cepeda. ¿Tiene alguna deuda pendiente con la Real Maestranza?

– (El torero se muestra sorprendido por la pregunta) ¿Deuda pendiente? Es posible Ya me gustaría a mí haber podido cuajar más toros en Sevilla. Sin embargo, pienso que cuando uno ha hecho todo lo que ha podido cada vez que ha pisado esa plaza eso de la deuda ya no es así. Además, en Sevilla creo que he toreado menos que en Madrid.

– ¿Ha cuajado algún toro a plena satisfacción en Sevilla?

– Es que en Sevilla no he toreado mucho. Y muchas corridas de toros no han sido las más adecuadas para facilitarme un triunfo grande. Tengo recuerdos de cosas muy buenas, quites buenos, muletazos de calidad, aunque es posible que me falte cuajar un toro completo. Si Sevilla me hubiera permitido torear tantas veces como lo he hecho en Madrid, estaríamos hablando de otra cosa.

– Fernando Cepeda es un universitario que está a punto de acabar la carrera de Derecho. ¿Ha modificado esta circunstancia su capacidad como torero?

– No; en absoluto. El hecho de haber podido estudiar una carrera no ha cambiado mi estilo. Sí que ha influido mucho en mi actitud fuera de la plaza. El bagaje de conocimientos que se adquieren sirve para hacerte como persona, pero no cambia ni tu arte ni tu valor.

– ¿Le preocupa pasar a la historia sólo como un buen torero con el capote?

– No me preocupa, si es que así ocurre. Este es un tema que no puedo controlar, está en manos de los demás. No tengo ni idea de lo que dirán de mí en el futuro como torero. Si en el futuro dicen que he sido sólo un buen torero con el capote, pues me tengo que aguantar. Pero, por si aún estoy a tiempo de cambiar algunas cosas, creo que he demostrado que con la muleta toreo igual de bien que con el capote. Lo que pasa es que hay más toreros que torean bien con la muleta y eso de torear bien de capa es como un milagro y tiene más repercusión.

– ¿Corren buenos tiempos para un diestro con esa capacidad tan notable para torear a la verónica? Se lo digo porque ahora sólo se valora el toreo de muleta.

– En estos momentos toreo mejor que al principio con capote y muleta. Yo no percibo que el capote sea intrascendente, aunque es verdad que las orejas cuentan mucho y se cortan con la muleta y el estoque. Particularmente, en mi concepción del toreo necesito intentar lancear a la verónica a todos los toros. Es una parte fundamental de mi tauromaquia. Lo hago desde novillero y eso llamó mucho la atención. Pero en mi evolución, he mejorado mucho con capote y también con la muleta.

– Están surgiendo, por fortuna, nuevos toreros cada temporada. Parece que ahora todo se aprende con más rapidez, pero también echa en falta la afición a toreros con calidad, al toreo de clase. ¿Son malos tiempos para el toreo bueno de verdad?

– Aquí no hay nada nuevo. Antes y ahora, los toreros de calidad surgen muy de tarde en tarde. Cuando era un novillero se decía lo mismo, que no había novilleros de calidad. Y desde entonces, alguno ha surgido. Esa cantinela de la falta de clase de los toreros nuevos es algo que se repite siempre. Un torero con buen arte y eso que llamamos clase sale de vez en cuando.

– Y los toreros con cierta experiencia y ese don de la clase, ¿sois como reliquias que hay que cuidar para que sigan ofreciendo su arte? ¿Debe la afición proteger a los toreros buenos?

– Ese tipo de toreros siempre han sido necesarios. También es una cuestión que va según cada tiempo que viva la Fiesta. Esos toreros no pasan nunca de moda. Algunas veces están más tapados por otros espadas con mucha fuerza, pero al final se reclama al torero que hace las cosas con ese sello de calidad.
-¿Es Fernando Cepeda un torro conflictivo para las empresas?

– Si ser conflictivo es preguntar qué corrida voy a matar, con qué compañeros y cuánto voy a ganar, entonces sí soy conflictivo.

– ¿Eso no lo peguntan todos?

– Eso no lo pregunta casi ninguno. Lo mínimo que debe saber un torero son las condiciones en las que se va a vestir de luces. Los empresarios están muy mal acostumbrados por los toreros, a los que les apetece torear mucho como sea. Y son toreros que pueden interesar más que yo. Cuando me llaman y pregunto la corrida que voy a matar y lo que me va a pagar, pues se molestan y prefieren buscar a los que no preguntan. Nunca he pedido nada desorbitado, siempre ha sabido cuál era mi fuerza en cada momento, pero si una empresa me llama es porque le intereso.

– ¿Está Fernando Cepeda en condiciones de mejorar lo realizado hasta ahora?

– Es evidente. Es lo que motiva para seguir en activo. Puede que algunos se sorprendan al verme, porque para muchos aficionados nuevos soy un torero desconocido. Los que me han seguido desde novillero saben lo que puedo ofrecer, pero muchos no me han visto y si lo hacen puede descubrirme. Esa posibilidad de conseguir nuevos partidarios y llegar más alto en mi carrera es lo que me permite seguir preparándome como si empezara ahora.

– Parece que quiere decir que no ha llegado a su techo. ¿Qué cuota de responsabilidad tiene Fernando Cepeda para que un torero tan bueno no haya tocado techo?

– Todo lo que nos ocurre es culpa de uno mismo. En esta profesión siempre estamos buscando culpables; que si el empresario que no te pone, que el toro no te ha embestido, que la plaza no te ha entendido, que has tenido mala suerte, dos mil excusas, pero el único culpable es uno mismo. Pero aquí estoy todavía, lo que quiere decir que aún tengo cosas que decir. Los toreros buenos son letras a largo plazo. Lo malo sería es que después de torear bien un toro dijeran que ya no puedo hacerlo mejor. Me siguen esperando y esa es mi fuerza.

– ¿Hay Fernando Cepeda para mucho tiempo en activo?

– A corto plaza, dependerá de cómo vengan las cosas. Pero tengo algo bastante claro: la vida de torero no debe ser muy larga. Puedo adelantar que más de tres o cuatro años no voy a permanecer en activo.

– En Sevilla, la de Samuel Flores. ¿Se vestirá de luces con la confianza necesaria en la corrida de toros?

– Si no tuviera confianza en la corrida no la hubiera aceptado. Mi trayectoria ha sido siempre así. Lo último es ir a matar un toro sin confianza. Aunque la vida se escribe con renglones torcidos. El año pasado maté un sobrero del Conde de la Maza, cosa que ni podría soñar, y lo cuajé a gusto. Lo que está para uno no hay quien lo cambie. Lo último es ir a torear disgustado.

– ¿Influye la madurez en la forma de interpretar la suerte suprema?

– Por supuesto. Lo he comprobado este último año. Soy un matador muy desigual, pero el año pasado he matado casi todos los toros bien, sobre todo a los que he toreado bien. En mi carrera hay muchos toros que se fueron bien toreados y mal matados y eso marca mucho. Eso no quiere decir que sea mal matador, sino que los toros claves se marcharon sin rematar.

Así es Fernando Cepeda. Con la madurez de una vida en activo, con el marchamo de una clase indiscutible, se dispone a comenzar un nuevo año con la ilusión de un muchacho. Cuatro en Madrid y la de Samuel en Sevilla. Si los hados son propicios, hay por delante muchas verónicas y muletazos para disfrutar con el torero nacido en Gines.

Carlos Crivell

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