Siguen siendo el sinónimo de toro encastado. La ganadería de los hijos de Celestino Cuadri, que pasta en los predios de Trigueros, vuelve a Sevilla por tercer año consecutivo en esta nueva etapa. Los logros son progresivos. La corrida del 2002 fue desigual con un toro bueno, la de 2003 fue mejor con el toro premiado por todos los jurados. Bola, numero 19.

En la temporada que ha comenzado, Fernando Cuadri, que es el responsable de la divisa, tiene preparadas cuatro corridas, entre las que sobresalen la de Sevilla y Madrid. Fernando es de esos ganaderos que vive apasionadamente su ganadería. La visita a la finca Juan Vides es una experiencia enriquecedora en materia taurina. Fernando habla con sapiencia de los orígenes, cuando su padre, Celestino Cuadri, buscaba toros de Santa Coloma. “Compró del encaste santacolomeño, pero también de Urcola, Pérez Concha y Félix Suárez, de forma que lo compró todo y de ahí surgió un encaste personal, al que más tarde incluso agregó toros de Juan Belmonte. Al final, no era tanto buscar un encaste, sino mantener unos criterios muy exigentes de selección y de ahí salió nuestro toro”.

Un toro de capa negra en general, con la excepción de algunos que tienen sangre de Urcola, badanudos, bajos, playeros de cuerna y muy nobles de manejo en el campo. Fernando entra en el estudio del comportamiento. “Estos toros son algo mirones, prefieren que todo se le haga por abajo y que piden unos terrenos del tercio hacia dentro. Cuando se entregan son nobles, pero no es una nobleza que lleven a flote, hay que buscarla con una lidia adecuada”.

Mientras los toros de Sevilla y Madrid se acercan a la valla, astados propios de estas plazas, habla Fernando de algunos secretos de la divisa, como el número de vacas, “que siempre es 150, de forma que se van eliminando las mismas que se van incorporando”. Pocas vacas, “porque no se trata de tener la cantidad de ganado que quepa en la finca, sino las que quepan en cabeza, ya que con mucho ganado es imposible saber lo que se tiene entre manos. Esto tiene el problema de que hay pocas corridas, pero es la forma de tener la ganadería bien preparada”.

En la ganadería hay dos etapas en su relación con Sevilla. Empezó lidiando novilladas fuera del abono, para entrar en las Feria a mediados de los años sesenta. “Hay algunas corridas de esos años que fueron premiadas y todos se acuerdan del oro al que Paco Camino le cortó las dos orejas”. Fernando insiste en algo que parece fundamental: “Nuestro toro no ha cambiado en cuanto a selección ni tampoco la idea que tenemos, pero es verdad que la calidad de los sementales es la que modifica las camadas”.

Y esas modificaciones llevaron a la ganadería a un bache que ahora parece que comienza a quedarse atrás. “Con el número de vacas disponibles salen cuatro o cinco corridas de toros. Esta año podemos ir a Sevilla y a Madrid, lo que es una responsabilidad y un satisfacción”. Mientras habla pasan los toros de Sevilla. “este tipo de toro es el que nos define, porque el de Madrid es algo más destartalado. Tenemos diez toros para Sevilla, que en una amada corta con reatas de confianza, siempre queda la esperanza de ver dos o tres embistiendo con calidad”.

Fernando insiste en una de sus teorías más conocidas sobre el tipo de toreros que lidian sus corridas. “Este tipo de toros tan encastados requieren toreros muy dispuestos, de forma que preferimos que los lidien los que sean buenos pero que no tengan el sello de figuras, porque eso no da más que complicaciones al ganadero, con tantos veedores en la finca y una exigencias que nosotros nunca estamos dispuestos a admitir. Preferimos equivocarnos nosotros y que no lo hagan otros. Además, las propias figuras rehuyen al estos toros. Si el toro baja de casta, los toreros que mandan pueden apuntarse y eso sería un mal dato. Tenemos una consideración por parte de los aficionados y nos gustaría no decepcionarlos”.

Recuerda que Dámaso González era un especialista en los toros de Cuadri, “lo mismo que ahora nos gusta Dávila Miura”. Este torero sevillano será uno de los que lidiará la corrida de Madrid. “Es fundamental aguantarle las miradas y hacerlo todo bien, porque son agradecidos y se entregan, aunque su nobleza nunca es bobalicona”

De la corrida de Sevilla tiene las mejores esperanzas en el número 11, de nombre Curandero, que es familia del toro Bola del año pasado. Le gusta el cartel del día 21, “porque son diestros expertos y con ganas de triunfo”.

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