Después de la corrida histórica del viernes, petardo ganadero de Torrehandilla en el festejo del sáabdo. Morante toreó maravillosamente al cuarto, de Gavira, pero no acertó con la espada. El Fandi, que celebró su cumpleaños, no pudo salir por la puerta grande. Perera, sólo voluntad.

Torrehandilla / Morante, El Fandi y Perera

Cinco toros de Torrehandilla, el tercero lidiado como sobrero, y uno, el cuarto, de Gavira, también sobrero. En general, correctos de presentación, excepto el segundo, chico, y de mal juego por sus escasas fuerzas. Segundo y sexto, mansos. Se dejó más el quinto, que casi no se picó. El de Gavira, muy noble, aunque sin fuerzas.

Morante de la Puebla: buena estocada (silencio) y media estocada y tres descabellos (saludos tras aviso).
El Fandi: pinchazo y tendida (silencio) y estocada atravesada y dos descabellos (una oreja).
Miguel Ángel Perera: estocada trasera (silencio) y pinchazo hondo y descabello (saludos tras aviso).

Plaza de Granada, 13 de junio de 2009. Tres cuartos largos de plaza.
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Carlos Crivell.- Granada

Granada vivió las emociones del día después de la corrida del viernes. Los ecos del suceso fueron el motivo fundamental de todas las conversaciones. Y como el triunfo anima, la gente se fue a la plaza en la corrida de ayer para ver otro festejo, pero nada fue igual. Fue otra corrida de toros, sobre todo por parte del ganado. Si no hay toros, no puede haber verdadera Fiesta.

Se anunciaban seis de Torrehandilla y fueron toros para la basura. El tercero y el cuarto volvieron a los corrales por su manifiesta invalidez, pero los sobreros no mejoraron casi nada a los titulares. La bondad no es suficiente si no se acompaña de la casta, que al faltar provoca el toro ruede por el albero sin poderse levantar. En algunos momentos, el escándalo se apoderó de la plaza. El presidente estuvo valiente al devolver los toros tercero y cuarto, porque podía ocurrir que se quedara sin toros. Al menos, el quinto se dejó algo,

Si la corrida se salvó en parte fue por los toreros. El Fandi celebró su cumpleaños en la plaza. No pudo ser con el primero de su lote, un toro muy chico, inválido y descastado. Ya es difícil que El Fandi no brille en su plaza, así que se pueden imaginar cómo era el toro. Se lució en los lances del saludo y en las banderillas, con mención especial para el segundo, por esta vez clavado en la cara con mucho riesgo y emoción.

El Fandi pudo sacarse la espina con el quinto, toro que pasó por el tercio de varas de forma testimonial. Después de las banderillas enloquecedoras, Fandila toreó para sí mismo y para la galería. Sus muletazos sobre la diestra, largos y templados, fueron de lo mejor que puede ofrecer el de Granada con la muleta. Se templó y llevó prendido del engaño al toro, que respondió aunque apenas tenía fuerzas. Al natural bajó el diapasón del trasteo por la propia inconsistencia del astado, cada vez más tiempo besando el albero. Pero El Fandi, que conoce bien los resortes de su tierra, tiró de espectacularidad con muchas ganas de agradar. Y acabó de rodillas con desplantes que recibió el tendido con júbilo, tal vez para resarcirse de una tarde de toros que estaba marcada por la calamidad del ganado. La estocada fue muy defectuosa y la escupió el animal pronto, de forma que necesitó dos descabellos. El público le concedió la oreja como regalo de cumpleaños, pero no pudo atravesar la Puerta Grande, que es su costumbre habitual en este coso. Fue un cumpleaños frustrado por la falta de toros.

Se esperaba a Morante de la Puebla y bien que dejó algunas pinceladas sublimes de su estilo torero. No fue en el primero, toro de media arrancada que se quedaba por debajo del brazo. Lo mejor fue la estocada a este primero.

El cuarto fue un sobrero de Gavira con tanta calidad como falta de fuerzas. Al que fue devuelto y al sobrero le recetó verónicas sublimes por el precioso juego de brazos y el compás armónico del gesto. El de Gavira fue bueno y Morante desparramó en la plaza gotas bellísimas de su mejor toreo, unas veces por la derecha, otras al natural, para finalizar siempre con adornos de la mejor escuela sevillana. Faena que alargó y no remató de forma adecuada con la espada.

El tercer espada, Perera, también lidió en primer lugar un sobrero. Debió seguir el mismo camino que el titular porque apenas podía mantenerse sobre sus patas, Además, era manso. El animalito se dedicó a escarbar y no embistió más que en contadas ocasiones para tumbarse después de una tanda.

El sexto tampoco le ayudó mucho. Aunque lo dejó crudo, el animal era mansito y violento. A base de valor, el extremeño fue sometiendo las tarascadas para lograr algunas tandas de buen corte, firmes y sin mover las zapatillas. Fiel a su estilo, estuvo mucho tiempo en la cara del burel, aunque al conjunto le faltó la chispa que toro no podía proporcionar. Insistió mucho, más de la cuenta, en una clara demostración de ganas de triunfo.

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