Finalizó la Feria de Granada con una manejable corrida de Cuvillo y triunfo de Perera con cuatro orejas fáciles, igual que las dos de Bautista. Luque, sólo discreto.

Plaza de Granada, 6 de junio de 2020, 7ª de Feria. Un tercio de plaza. Seis toros de Núñez del Cuvillo, terciados, flojos, justos de raza y de juego diverso. Malos, primero y tercero; nobles, segundo y cuarto. Muy noble, el quinto, premiado con la vuelta. Reservón y noble, el sexto. Saludó en banderillas Joselito Gutiérrez.

Juan Bautista, de azul marino y oro, estocada trasera (silencio). En el cuarto, estocada caída (dos orejas).
Miguel Ángel Perera, de lila y oro, estocada trasera (dos orejas). En el quinto, estocada caída (dos orejas tras aviso)
Daniel Luque, de verde manzana y oro, pinchazo y estocada (silencio). En el sexto, estocada que asoma y estocada (saludos).

Carlos Crivell.- Granada

La corrida nació gafada y se desarrolló bajo el prisma del todo vale. Hubo gafe porque del cartel primitivo sólo quedó Juan Bautista. Era una corrida para José Tomás. Su ausencia fue un golpe muy duro para la taquilla y para la feria de Granada. A Tomás lo sustituyó de entrada Castella, que presentó parte y en su lugar acudió Perera. También llegó Luque en lugar de Aparicio.

El gafe siguió con el primero de la tarde, un toro podrido sin fuerzas de Cuvillo. En realidad, la corrida Cuvillo no tuvo casta, sólo alguna nobleza bobalicona que no puede ser bajo ningún concepto el atributo exclusivo del toro de lidia. El segundo, medio se tapó, pero el tercero fue otra ruina de toro. Y, además, mal presentados con la anuencia de la autoridad.

Así las cosas, sólo quedaba la satisfacción de los asistentes con lo que más gusta a los públicos de estos días: las orejas. En una corrida de tauromaquia limitada, por la falta de toros de verdad, un montón de orejas de una presidencia sin criterio. Es la norma del palco de esta plaza. Para hacer lo que hacen, sirve cualquiera.

Abrió la lata Miguel Ángel Perera en el primero de su lote por una faena templada a un toro noble y poco más. El animal iba y venía y el extremeño toreó por ambos pitones con limpieza y acabó metido entre los pitones. Una faena vistosa, propia de la casa, pero de premio exagerado.

El jabonero quinto fue otro toro noble. Perera comenzó con los pases por la espalda tan típicos de su estilo y siguió con tandas por la derecha ligadas en una loseta. Mientras el de Cuvillo tuvo fuelle, Perera le dio cientos de pases como si estuviera toreando de salón. Fue una labor larga, de predominio diestro y sin apenas toreo al natural, que como es lógico acabó con circulares, arrimones y toda la gama del toreo moderno. El público, loco de contento y otras dos orejas al canasto de Perera en una de las tardes de su vida en la que habrá cortado más orejas para tan escaso esfuerzo. El toro, justo de raza y simplemente noble, fue premiado con la vuelta por decisión exclusiva del palco. Seguro que pensó que sabía más que nadie de asuntos taurinos, pero se retrató como un aficionado sin exigencias.

Juan Bautista se estrelló con el primero, animal sin vitalidad, al que no pudo dar ni un pase. Con el noble cuarto, al que recibió con verónicas rodilla en tierra, toreó sobre todo por la derecha con más hondura conforme avanzó el trasteo. El toreo de cercanías, que parece ahora inevitable para todos los coletudos, le permitió cortar otras dos orejas. La tarde estaba ya lanzada.

Daniel Luque tropezó con otro animal inservible en primer lugar. El sevillano se limitó a intentarlo sin mucha convicción y a otra cosa.
Salió a por todas en el sexto. Sus compañeros tenían abierta la puerta grande y tenía que dar el do de pecho. Llevó bien al astado, otro toro noble, por la diestra, aunque se dejó tropezar el engaño. Mejoró cuando toreó con la izquierda, aunque de nuevo alternó pases limpios con enganchones. Le echó casta al final para enardecer al respetable. El toro recortó su viaje y Luque atacó, que es lo que tiene que hacer en este momento. Los pases en cadena calentaron la plaza. Hizo guardia al toro en la primera entrada y perdió la puerta grande.