La terna salió a hombros en una corrida entretenida. Lo mejor, El Juli en el cuarto, toro bueno premiado con la vuelta. Bien Perera y desigual Alejandro Talavante El palco, nuevamente sin criterio..

Núñez del Cuvillo / El Juli, Perera y Talavante

Ganadería: seis toros de Núñez del Cuvillo, correctos de presencia y de juego variado. Mansos y justos de raza, primero y segundo. Noble, el tercero. Encastado y bravo, el cuarto, premiado con la vuelta. El quinto, manso. El sexto, flojo, soso y noble.

El Juli: dos pinchazos y media (saludos) y estocada (dos orejas).
Miguel ángel Perera: estocada (una oreja) y pinchazo y estocada trasera y caída (una oreja tras dos avisos).
Alejandro Talavante: estocada atravesada y delantera (dos orejas) y dos pinchazos y estocada (palmas tras aviso).

Plaza de Huelva, 3 de agosto. 3ª de Colombinas. Tres cuartos de plaza. Saludaron en banderillas José Antonio Carretero y Emilio Fernández. Los tres espadas salieron a hombros.

Carlos Crivell.- Huelva

Después de las orejas que cortó Cayetano el sábado, después de hacer guardia a un toro, podría pensanse que el palco de Huelva haría una reflexión. Eso de reflexionar no está de moda. El presidente quiere volver a subir al palco en las próximas Colombinas y en esta corrida siguió con su derroche de trofeos sin medida. El triunfalismo no le beneficia nada a Huelva. Esta feria ha tomado un buen rumbo, se pueden ver buenas faenas y no necesita que el balance final sea de decenas de orejas, sobre todo cuando la llamada suerte suprema se denigra y parece que ya no tiene importancia. Talavante cortó dos orejas al tercero después de un sartenazo pezcuecero que lastimaba al verlo. No es de recibo que se concedan dos orejas por semejante forma de matar un toro. Los primeros que deben educar a los públicos son los presidentes.

La corrida fue divertida para el público. Los de Núñez del Cuvillo, unos más bravos y otros mansitos, fueron manejables. La norma era no picarlos. A partir del tercero, fue una corrida sin picadores. El cuarto fue un toro excelente por su casta y bravura, aunque en manos de El Juli el astado mejoró su condición y al torero le debe el honor póstumo de la vuelta al ruedo. También fue un espectáculo con rivalidad. Cada torero salió a lidiar sus reses con la entraga y el ansia de superar lo realizado por sus compañeros.

La faena de El Juli al cuarto marcó el punto culminante de la corrida. Salió espoleado por las orejas paseadas por Perera y Talavante. Los lances a la verónicas descubrieron un torero enrabietado, al tiempo que profundo y artista. Casi ni se picó el de Cuvillo. El Juli realizó una faena compacta, muy profunda y de trazo largo. Pocas veces ha toreado este año con tanta intensidad, sobre todo porque el toro tenía bríos y repetía incansable. Fue un animal nada fácil que cayó dominado por la muleta poderosa del madrileño. La tanda de naturales del final fue sencillamente enorme. La franela besó el albero de La Merced con el animal embebido en su pampa. La estocada dio paso a dos orejas de verdad. El mismo Juli se había estrelaldo con el primero, toro de poca raza y mansito, aunque hizo una demostración de poderío.

La tarde fue eléctrica y buena culpa la tuvo Miguel ángel Perera. Su valor y técnica taparon todos los problemas de un astado sin raza y noblón. Confirmó su momento dulce, la seguridad que exhibe en la cara de los toros y el temple que imprime a todo lo que realiza. Se entregó en la suerte suprema y una oreja pareció un premio exiguo en una feria tan generosa.

La traca llegó en el quinto. Fue manso el de Cuvillo. En el centro del ruedo, el extremeño se lo pasó a milímetros en uan tanta de espaldinas. El de Cuvillo lo prendió y le persiguió con saña para herirlo. Se escapó de milagro. A partir de ese momento el toro se declaró en rebeldía, es decir que buscó la tablas. Perera se arrimó para ligar una faena meritoria con fases de mucho temple, aunque el animal no ayudó nada y siempre buscó los adentros. Perera pasó por Huelva dejando la huella de su momento excepcional.

Alejandro Talavante se encontró con un toro noble y flojo en primer lugar. Su labor fue de trazo personal y templado. En el centro del ruedo logró tandas muy hilvadas sobre la izquierda. Su imagen en este tercero mejoró mucho la del comienzo de temporada. Lo que ya no fue igual fue la estocada, que nunca debió ser el pasaporte para las dos orejas. Las bernardinas del final fueron decisivas para emocionar al respetable.

Al noble y soso sexto le dio pases de trazo correcto. Era muy tarde y el núcleo del festejo ya había pasado. Talavante utilizó su enorme franela para dar pases de desigual trazo, aunque el diapasón no llegó a subir, una veces porque hubo enganchones y otras porque el de Cuvillo no iba toreado. Al final, todos contentos y la terna hombros. Todo, con un palco amigo y una corrida sin picadores.

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