Cinco orejas se cortaron a un buen lote de Martelilla en la llamada corrida populista de cada Feria. El Fandi, tres y El Cordobés, dos, aunque Rivera tuvo mala suerte.
Martelilla / El Cordobés, Rivera Ordóñez y El Fandi
Ganadería: seis toros de Martelilla, bien presentados y de buen juego en general. Destacaron el tercero, encastado; el noble cuarto, el muy bravo quinto, lastimado de salida, y el excelente sexto. Fue manso el segundo. Una buena corrida de toros.
El Cordobés: estocada corta trasera y baja (una oreja) yestocada caída (una oreja).
Rivera Ordóñez: pinchazo y estocada baja (saludos) y pincjazo y estocada baja (saludos).
El Fandi: estocada caída (una oreja) y estocada tendida (dos orejas).
Plaza de Huelva, 4 de agosto. 4ª de Colombinas. Más de media plaza. Buenos pares de Raúl Caricol. El Cordobés y El Fandi salieron a hombros.
Carlos Crivell.- Huelva
La repetida corrida populista reúne un público distinto, al menos así parece. O puede que sea el de siempre pero que se transforma en estas ocasiones. En la corrida que cerró Las Colombinas, algunos supuestos buenos aficionados jalearon, como si fuera la quintaesencia del toreo, los saltos de la rana de El Cordobés en el cuarto. Son festejos previstos para la diversión, como si se diera por supuesto que el toreo bueno no fuera posible.
En esta ocasión, la terna populista se ha enfrentado a una buena corrida de toros, en la que algunos ejemplares han rayado el sobresaliente, como el sexto, toro para soñar el toreo. Martelilla, el hierro actual de ese ganadero de lujo que es Gonzalo Domecq, volverá pronto a todas las ferias si mantiene ese tono mostrado en La Merced. Por desgracia, el reparto de los toros fue desafortunado y el espada que mayor torería tiene de la terna, Francisco Rivera, se llevó lo menos bueno.
La otra noticia de este festejo fue precisamente que Francisco Rivera banderilleó con mucha mayor calidad que el propio Fandi. Se ha confundido el tocino con la velocidad. En este caso el tocino sería lo bien hecho, lo torero, mientras que la velocidad, como su nombre indica, es el torbellino acelerado que es imposible analizar con detalle.
También fue noticia que el presidente se llevó una bronca. Y fue porque sólo concedió una oreja al de Granada en el tercero. En las corridas previas se había pasado regalando orejas; ahora se puso más serio, pero ya era tarde.
La corrida de Martelilla exigía buenos toreros y apenas fue toreada. Un repaso de la corrida encuentra como dignos del recuerdo algunos naturales de Manolo Díaz al cuarto y otros tantos, sueltos y sin ligarlos, de El Fandi al sexto. Las cinco orejas no tienen, por tanto, mucho soporte.
El Cordobés hizo una faena superficial al primero, siempre a media altura, acelerado y eléctrico, con abundancia de derechazos y un solo intento al natural. Su natural simpatía fue definitiva para pasear el trofeo. El cuarto tuvo un enorme pitón izquierdo. Muy tarde se percató el rubio espada de esta calidad, pero fue gratificante verle correr la mano con lentitud y buen gusto. Sí señor, como suena, buenos naturales de Manuel Díaz a un toro que mejoró su condición y esta vez fue gracias al torero. Al final, para que la gente que había pagado para ver el salto de la rana se fuera contenta, instrumentó el simulacro de pase o lo que sea, porque es algo indefinible.
Rivera Ordóñez, incluido en este cartel creo que en contra de su más íntimos sentimientos, tuvo muy mala suerte. El segundo fue el manso del encierro. En la muleta se rebrincó y derrochó sosería. La faena se compuso de apuntes sin poder rematarlos.
Banderilleó al quinto y clavó dos primeros pares de buena factura. Lo hizo con templanza, acierto en la reunión y limpieza en la salida. El paso del tiempo nos ha devuelto la imagen de Paquirri. El par al violín es otra historia y podría dejarlo aparcado. El toro fue bravo pero se desgració de salida al caer de mala manera y quedarse lesionado. Quería embestir pero apenas podía. La faena fue nuevamente un conjunto de buenas intenciones sin poder concretar nada.
El Fandi se llevó dos toros sensacionales. El tercero, encastado; el sexto, de revolución. El de Granada estuvo fiel a sí mismo, hizo lo que sabe y no escatimó nada para el triunfo. Lo que pasa es con esos toros hay que torear bien, y eso ya es un problema mayor para este torero. Fue bonita la forma de llevar a los toros al caballo, estuvo variado con la capa y clavó de forma acelerada y vertiginosa con los palos. La faena al encastado tercero fue acelerada y tropezada. Las tandas fueron de dos o tres pases, más bien medios pases, con miles de molinetes mezclados.
El sexto pedía toreo bueno. El Fandi fue capaz de estar a su altura en dos tandas de naturales que surgieron templadas y limpias. La entrega fue total, desde la larga cambiada del saludo a la estocada, pero el toro era un clamor de calidad. Bastante hizo El Fandi con dejar esos naturales, que al final enturbió con sus reolinas, desplantes, rodillazos y otros recursos para entusiasmar al escasamente exigente personal que se congregó en La Merced. Ahora el presidente sacó los dos pañuelos.
El final de Las Colombinas fue triunfal, como todo el ciclo. A modo de resumen, para lo íntimo del aficionado quedan los nombres de Hermoso de Mendoza, Cayetano y El Juli. También un toro de Cuvillo y la corrida de Martelilla. No es mal balance, a pesar del triunfalismo absurdo que ha imperado en el ciclo.