Tomás y El Cid compitieron en Huelva en una corrida que se saldó con nueve orejas, muchas excesivas, pero con una excelente corrida de Cuvillo y dos toreros en plenitud con un aceptable Silvera.Núñez del Cuvillo / Emilio Silvera, José Tomás y El Cid
Seis toros de Núñez del Cuvillo, justos de presencia, primero, segundo y sexto chicos, de juego variado. Muy noble el segundo; encastado y bravo, el tercero, premiado con la vuelta al ruedo. Encastados con problemas, el cuarto y el quinto, sobre todo este último, brusco y reservón. En conjunto, una buena corrida aunque muy justa de presentación.
Emilio Silvera: pinchazo, atravesada que asoma y dos descabellos (una oreja) y pinchazo, media atravesada y tres descabellos (una oreja).
José Tomás: estocada trasera (dos orejas) y estocada corta (dos orejas).
El Cid: estocada (dos orejas) y pinchazo y media (una oreja).
Plaza de Huelva, 4ª de Colombinas. No hay billetes. Saludó en banderillas Jesús Carvajal. Los tres matadores salieron a hombros por la Puerta Grande.
Carlos Crivell.- Huelva
Las Colombinas acabaron por todo lo alto con una buena corrida de Cuvillo y una terna dispuesta a todo. Fue especialmente interesante el duelo entre José Tomás y El Cid, que ya en sus primeros toros habían desorejado a dos reses de condición diferente. Por delante, un animoso Emilio Silvera que se ganó el triunfo por el cariño que sus paisanos le profesan.
El duelo comenzó con una faena soberbia de José Tomás al segundo. Fue un toro chico y nobilísimo, muy justo de raza y manso, con el que construyó una faena con dos características, el arte y el poder. El animal quería marcharse de la suerte y Tomás con una muleta poderosa le marcó el camino. Pero lo mejor, lo que llegó al tendido a la convulsión fueron los perfiles de arte excelso. Fue una tanda con la derecha, eterna, soberana en el gesto, mandona en su recorrido interminable, lo que confirmó que era el día del artista Tomás. Antes tandas con la izquierda, bellas y profundas; al final, adornos como unas trincherillas de belleza inigualable. Fue un faenón a un toro muy dulce.
El quinto tenía más que torear. Remataba violento todas sus arrancadas. Tomás lo mimó, le bajó la mano, aguantó tarascadas y hubo hasta algún desarme. Un toro para no darse coba y Tomás estuvo mucho tiempo en la cara de Cuvillo. Sin música, la plaza asistió a una faena de valor, sin muchas posibilidades de pases bellos, pero con la incertidumbre de que cada muletazo era una aventura. Lo dejó todo para su zurda y al final ligó una tanda en una loseta. Fue el milagro del valor y el poderío, aunque también el de la colocación en el sitio donde los toros acaban por embestir. Tarde inmensa la de Tomás en Huelva.
El Cid salió a presentar pelea y estuvo a la altura esperada. El tercero fue un toro bravo, encastado y con agresividad. El Cid toreó de forma espléndida con su mejor arma: la izquierda de siempre. Tanda a tanda metió al toro en la muleta y surgieron pases bellísimos, muy largos, siempre enganchando por delante y llevando al animal hasta el límite de su brazo. Al final con al diestra, más toreo bueno de un Cid plenamente recuperado. Este toro no lo torea así si no está en buena forma.
Toreo de capa con verónicas a compás abierto al sexto. El Cid también vuelve a su mejor versión con el capote. Se lo brindó a sus compañeros. El animal era de pitón derecho y Manuel Jesús lo cuajó con tandas templadas, siempre con mando y la noche onubense se llenó de gozo por ver al de Salteras plenamente recuperado. Todo el mérito fue del torero, que superó a un toro que embistió con la cara alta y dejó tarascadas al aire con peligro. El Cid le pudo y culminó su gran tarde.
Por delante, Emilio Silvera, torero que volvía para la ocasión y que no desentonó. Mejor en el que abrió plaza en una labor asolerada con pases sobre todo por la diestra. Tiene Silvera la huella de los toreros maduros, pero también se le apreciaron las carencias de quien no viste el traje de luces con frecuencia.
La faena al cuarto fue más embarullada, no acertó a perder un paso para encauzar la distancia y sólo al final se templó algo más. Le dieron una oreja en cada toro a pesar de matar bastante mal. Se puede decir que eran trofeos simbólicos que le permitieron salir a hombros con sus compañeros de cartel.
El final fue apoteósico con la terna y el mayoral a hombros. Esta corrida es de las que ciertamente hacen afición.