Manzanares cortó tres orejas y salió por la Puerta grande en una tarde tocado por la gracia torera. La faena al primero fue sencillamente enorme con un arte exquisisto. Descastada corrida de Borja Domecq con sus dos hierros, mal Ponce y bien sin espada Castella.

Plaza de Huelva, 3 de agosto de 2020. 4ª de Colombinas. Cuatro toros de Vegahermosa y dos, primero y tercero, de Jandilla. En general, bien presentados y de juego variado. El tercero, muy bueno. El resto, mansos y rajados. Tres cuartos de plaza. Saludaron Javier Ambel, Curro Javier, Juan José Trujillo y Luis Blázquez. Manzanares salió a hombros por la Puerta Grande.

Enrique Ponce, de azul marino y oro, estocada (saludos). En el cuarto, pinchazo, media y descabello (palmas tras aviso).
Sebastián Castella, de grana y oro, dos pinchazos y estocada trasera (saludos). En el quinto, estocada trasera y baja (saludos).
José María Manzanares, de nazareno y oro, media estocada (dos orejas). En el sexto, estocada caída (una oreja).

Carlos Crivell.- Huelva

Día grande en Huelva en la conmemoración de la salida de las carabelas para descubrir un mundo nuevo. Día muy onubense y, por ende, muy español. La plaza de La Merced no se llenó y no pudo presenciar una de esas faenas que nunca se olvidan, protagonizada por José María Manzanares.

El de Alicante estuvo inspirado en la faena de muleta. Salió el de Jandilla sin entregarse y se defendió en banderillas. La primera virtud del torero fue fijar al toro, que durante la faena no volvió a mirar a las tablas.

Fue una faena de ritmo creciente. Las primeras tandas por la diestra fijaron al animal. Cuando Manzanares se centró, su toreo resplandeció con una lentitud y un temple fuera de lo común. Se puede templar de muchas formas, pero cuando el toreo tiene el sello del alicantino se convierte en una obra de arte mayor. El torero cimbrea la cintura, abre el compás, mueve el cuerpo como si fuera un bailarín de ballet clásico. Si hay que poner alguna pega a una labor tan bella, tal vez sea la de no torear por la izquierda, lado por el que sólo se dejó ver en una tanda. La sinfonía torera acabó con ayudados, trincherillas, cambios de mano, todo un concierto de toreo del bueno. Dos orejas en Huelva y en muchas plazas.

No fue una tarde de buen toreo de capa. Manzanares se estiró a la verónica en el sexto con buen aire. Era su tarde. Tanda a tanda, con mimo y buen gusto fue levantando otra faena de matices hermosos por la derecha, otra vez con el compás abierto, para rematar con cambios de mano sublimes. Ahora sí, el toreo al natura se asomó en una solitaria tanda a la noche de Huelva que coronó sus Colombinas con la alegría de ver torear como los ángeles. El toro, tan mansito como sus hermanos, acabó pronto y no permitió otra obra redonda.

Enrique Ponce es muy querido en Huelva. Su paso por Colombinas no fue brillante. Parte de culpa la tuvieron sus toros, pero también quedó muy claro que este Ponce ya no es el de antes. El que abrió plaza, con casi seis años y apariencia de estar corraleado, fue simplemente manso y descastado. Ponce le dio algunos muletazos a considerable distancia y lo mató. El cuarto fue un manso de libro. Sus bellas hechuras no estaban acompañadas de la casta. Se fue a las tablas en cuanto Ponce le abrió el camino. Lo dicho, Ponce no tuvo suerte ni mostró esa técnica prodigiosa que, posiblemente, le hubiera permitido sacar más partido de sus reses hace unos años.

Castella estuvo bien en el segundo, un toro con fuelle en la primera parte de la faena y que acabó parado. El francés lo fijó con poderío en tandas por ambos pitones con valor, quietud y verticalidad. La faena caló porque Castella le puso alma y vibración. No estuvo brillante con la espada y se esfumó cualquier posibilidad de triunfo.

Tampoco el quinto fue bueno. Acumuló mansedumbre y sosería a partes iguales, Castella le dio pases que, dadas las condiciones del animal, no tuvieron ninguna repercusión en la plaza.

La tarde estuvo dominada por el arte grande de Manzanares, un arte que de nuevo justifica la categoría del toreo como una expresión estética única en el mundo. Y Manzanares, uno de sus autores preferidos.

Foto: Gilberto (Ambitotoros)

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