Torrestrella triunfó en Jaén con una corrida de lujo en la que cinco toros fueron de bandera y el sexto, el menos bueno, fue manejable. El Fandi lo bordó por naturales, Rivera cumplió y Talavante parecía cansado.
Torrestrella / Paquirri, El Fandi y Talavante
Plaza de toros de Jaén, 17 de octubre de 2010. 2ª de Feria. Media plaza. Seis toros de Torrestrella, bien presentados, bravos y nobles, aunque flojos en general. Paquirri, El Fandi y el mayoral de Torrestrella salieron a hombros.
Paquirri, obispo y oro, estocada trasera y caída (una oreja). En el cuarto, pinchazo y estocada caída (una oreja).
El Fandi, verde manzana y oro, estocada caída y dos descabellos (dos orejas tras aviso). En el quinto, pinchazo y estocada tendida y baja (una oreja).
Alejandro Talavante, azul marino y oro, pinchazo, estocada trasera y dos descabellos (una oreja). En el sexto, dos pinchazos, estocada atravesada y descabello (saludos).
Carlos Crivell.- Jaén
Jaén es un paraíso interior. Sus paisajes llenan la vista de las hileras de olivos, y se imagina uno el aceite como vida misma. Y es un paraíso en sus costumbres y en la bondad de sus gentes. Por la mañana, con la lluvia por testigo, la banda municipal tocó en el parque de la Concordia. Un grupo de hombres y mujeres de la ciudad, casi todos veteranos, tuvieron la suerte de ver dirigir al maestro Vilchez a un grupo donde una joven con el oboe era el símbolo de una juventud que existe en esta tierra. La joven era pasión en cada nota y en cada gesto. Así es Jaén. Así fue también por la tarde.
Seis orejas a una corrida de Torrestrella para torear de verdad. Ha podido ser ésta de Álvaro Domecq una de las corridas del año por la unidad de comportamiento, todos bravos y nobles, aunque con las fuerzas algo justas. Se vinieron arriba todos y parecía que les dijeron a sus matadores: “Si sabes, torea”. Cada uno lo hizo como pudo. El público, santo en su generosidad sin exigencias. Nobles los toros y pastueño el personal. El presidente, que está en sus comienzos, una tremenda decepción, más por lo que se esperaba en cuanto a ordenar la lidia, el callejón y los trofeos.
Todos los de Torrestrella tenían las orejas colgando. Seis orejas no se cortaron, lo que significa que la terna no estuvo a la altura de la circunstancias.
El lote de El Fandi fue de escándalo. El de Granada cuajó una buena tarde de toros. Recibió al segundo con dos largas, capoteó con vistosidad y quitó por lopecinas. El toro fue una máquina programada. El Fandi le cuajó, probablemente, los mejores naturales de su temporada. El toro marcaba ritmo, distancia y sitio. El Fandi se dejó ir y quedó claro que puede torear bien con la zurda. Antes había dado pases con la derecha sin sello. Acabó con molinetes, circulares agarrado al costillar y desplantes. Le dieron dos orejas a pesar de matar muy mal. Ahí comenzó a naufragar el palco.
El quinto fue otro toro excelente. Colocó cuatro pares a toro pasado y toreó mucho con la muleta. No fue la faena anterior, ahora buscó más el aplauso fácil, aunque de nuevo surgieron los naturales sueltos de bello trazo. Volvió a matar mal y el presidente se acordó que era precisa una cierta dosis de seriedad.
Rivera Ordóñez, Paquirri de novo, cuajó dos faenas de porte similar. A sus dos nobilísimos astados los templó con esa madurez que adorna a su toreo, tal vez desajustado, pero de una transparencia de cristal del bueno. Le echó temple y experiencia para saber buscar el adorno y el circular en el momento oportuno. O como hizo en el cuarto, cuando recordó a su padre con miradas al tendido. Había colocado banderillas en ambos con más ilusión que fortuna. Una oreja por toro, y qué dos toros, para cerrar el año.
Talavante dio la impresión de cansado. O es que es así, pero el tercero era otro toro de embestidas suaves y pastueñas y el extremeño sólo le dio sitio en la primera tanda. Ahí lució el temple y la quietud que atesora. Pero duró poco todo porque acortó distancias y ahogó a un toro bravo. Todo fue ya entonces confusión, cambios de terrenos y rectificaciones permanentes. Dejó las consabidas manoletinas y cortó una oreja improcedente con el público ya embalado en un triunfalismo sin freno.
Al sexto no le cortó nada. Y el de Torrestrella fue bueno, tal vez con embestidas de cara alta, pero bueno. Talavante estuvo liviano y superficial, como si entendiera que en esta plaza, con este público y ese palco, la oreja llegaría a sus manos. No fue así, porque no se estrechó al torear ni mató bien. No vale la excusa de que era el toro menos bueno, es que Talavante tenía prisas.
Bueno es el derroche si el fin es conseguir que los que fueron a la plaza vuelvan otro día. La corrida de Torrestrella fue muy buena, está en órbita de nuevo la divisa de Los Alburejos. De toreo, los naturales de El Fandi. Y de cultura, la música de la banda de Jaén y su joven oboe.