El primer festejo de la feria de Jerez tuvo con base el encuentro entre Hermoso y Ventura y de la competencia surgió la emoción. Se palpó la rivalidad entre ambos y de ello se beneficia el rejoneo, aunque ambos extreman los alardes que a veces se alejan del rejoneo puro.

Bohórquez / Fermín Bohórquez, Hermoso de Mendoza y Diego Ventura

Ganadería: seis toros muy despuntados para rejones de Fermín Bohórquez, terciados, flojos y de buen juego para el rejoneo. Destacó el segundo.

Fermín Bohórquez: silencio y una oreja.
Hermoso de Mendoza: dos orejas y una oreja.
Diego Ventura: saludos y dos orejas.

Plaza de Jerez, 30 de marzo de 2008. 1ª de la Feria del Caballo. Tres cuartos de entrada. Hermoso y Ventura salieron a hombros con el ganadero.

Carlos Crivell.- Jerez

El festejo de rejones de la Feria de Jerez era un enfrentamiento entre Hermoso y Ventura. El lusitano criado en La Puebla se ha autoproclamado el rey, en clara referencia al navarro. La feria sevillana ha sido un clamor para el más joven y se ha dudado de la vigencia de Hermoso. Con este planteamiento este duelo en la cumbre en la plaza jerezana tenía los máximos alicientes. Hermoso puso sobre el ruedo sus poderes desde el primer momento. No dejó pasar la oportunidad de sacar ventaja a su rival en el primer toro de su turno. Ventura, apagado en el tercero, armó el alboroto en el sexto.

Hermoso le cortó las dos orejas al segundo por una labor buena, aunque el adobo final de unos adornos llegando con la cabeza a la testa del toro fueron la gota definitiva. Fue una labor en la llevó el peso de la lidia con Silveti, caballo valiente, que se dejó llegar el toro de Bohórquez muy cerca y clavó con precisión en los embroques. El remate fulminante dio paso a dos orejas ciertamente benévolas, aunque en el toreo a caballo sólo importa ya que el toro muera rápido y nadie analiza el lugar del rejonazo.

Con las dos orejas en su mano, Diego Ventura tenía la obligación de responder en su turno y no fue el mismo rejoneador de siempre. Su faena fue algo premiosa, basada en la elasticidad de Guaraná, pero a su labor le faltó la salsa que imprime Ventura por sistema. Así la cosa, como matara de forma defectuosa y tuvo que descabellar, el público no llegó ni a pedir la oreja. Por tanto, una ligera decepción para el comienzo.

A todo esto, la corrida de Bohórquez tenía las características propias de este tipo de reses murubeñas: pastueñas, sositas y justas de casta. La corrida en sí tuvo un detalle que debe resaltarse. Los caballeros abusaron de farpas y banderillas sin ninguna limitación. En este sentido, el palco fue un convidado de piedra que estuvo toda la tarde a las órdenes de los rejoneadores. La imagen del cuarto de la tarde, con más de diez palos clavados sobre el morrillo, es un canto a lo que nunca debe ocurrir si queremos que la Fiesta mantenga la dignidad de la lucha del toro sin necesidad de humillaciones.

Fermín Bohórquez, tan puro y torero en sus actuaciones, tampoco logró su mejor tarde en esta ocasión. Con el que abrió plaza estuvo tan solvente como frío. El cuarto fue protestado por inválido. No llegó ni a colocarle rejones de castigo. En banderillas se mostró torero y acertó al primer rejón muerte y se llevó un trofeo.

La segunda parte fue otra guerra entre Hermoso y Ventura. El primero estuvo cumbre con Chenel. El famoso equino citó en corto y quebró de forma admirable a otro astado colaborador de Bohórquez. Fue una labor medida, señera, que remató de forma espantosa con el rejón de muerte. Aún así, otra oreja de complacencia.

Antes de la salida del sexto se podía presumir que Ventura saldría revolucionado a la plaza. Se plantó en la puerta de toriles y quebró un rejón de salida. La plaza estalló de júbilo. Ahora ya era Diego Ventura con todas sus virtudes y defectos. La salida del caballo Manzanares fue explosiva. El torro se rajó de forma clamorosa y llegó a echarse sobre el albero. No le importó ni a Ventura ni al respetable. Con Distinto en la plaza la apoteosis de Ventura llegó a su mayor altura. El toro acabó en tablas, hundido y sin vitalidad. Lo mató en ese terreno y se llevó las orejas para acompañar a Hermoso.